jueves, 29 de agosto de 2019

El resultado de las PASO



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Terminado el escrutinio definitivo de las PASO, Alberto Fernández obtuvo 12.202.770 votos y su porcentaje quedó en un 49,49%, mientras que Mauricio Macri totalizó 8.121.416 votos y quedó en un 32,94%.
El resultado de las últimas primarias deja una clara lección, para quien esté dispuesto a aceptarla: el gobierno de Macri es el principal derrotado. Perdió por paliza. Las razones de esta derrota, bien explicadas por Casullo (1), no son difíciles de comprender:
- La performance económica. El fracaso de Cambiemos ha sido enorme, empeorando la mala herencia recibida del gobierno anterior, con un daño a la economía real que todavía no ha terminado de realizarse, ni ha sido completamente explicitado por los analistas. La percepción del ciudadano común es que está peor que antes.
- Unidad de la oposición peronista. En el 2013, 2015 y 2017 el peronismo estaba desunido y enfrentado en diferentes líneas internas. El Frente de Todos supo encontrar la unidad perdida. El resultado de “las PASO se explica menos por un derrumbe electoral de Juntos por El Cambio que por una trepada en la cantidad de votos del peronismo” (2). 
- Personalización  de la política. Nuestro sistema es presidencialista. Lo cual implica que el votante hace un juicio sobre la figura de un presidente que es candidato. El votante ve a Macri como la encarnación de un gran fracaso y el causante de sus penurias.
La hipótesis más probable es que las tres razones que explican la derrota del oficialismo en las PASO, seguirán presentes en octubre. En efecto,
“en la elección de primera ronda la sociedad argentina tendrá que responder a una pregunta también bastante sencilla: ¿Quiero que Mauricio Macri siga siendo el presidente, o preferimos cambiarlo? La contundencia de los resultados de las PASO lleva a pensar que el Gobierno no logrará resultados diferentes si no ofrece algo radicalmente distinto en algunas de estas dimensiones” (3).
Si se mantienen las actuales condiciones, me atrevo a decir que los Fernández ganarán la elección en primera vuelta. Y no es temerario pensar que el default selectivo (4) de ayer, denominado reperfilamiento, profundice el descalabro financiero hacia una cesación de pagos más amplia y marque el inicio de una hiperinflación. Todo lo cual se traduciría en un mayor caudal de votos para la oposición.






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(2) Ídem.
(3) Ídem.

viernes, 16 de agosto de 2019

Un digno adversario



Algunos liberales no son favorables a entrar en la política partidaria. Llegan a esta conclusión a partir de una premisa que todos compartimos: “El liberalismo es una concepción constitucional (meta-política). Son las reglas republicanas y de libre mercado que deben gobernar a una sociedad indistintamente del gobierno de turno” (ver aquí). Por ende, creen que al liberalismo corresponde la tarea de influir en la política arquitectónica pero sin entrar en la política agonal (ver aquí). Hay distintas maneras de incidir en la política sin entrar en la contienda electoral, una de las cuales es mediante los Think Tanks. En la Argentina, contamos con varias fundaciones que podrían ponerse de ejemplo.
Otros liberales, en cambio, creemos que esta tarea cultural es necesaria, pero no suficiente. Pensamos que hace falta implicarse en la política agonal. Para lo cual, al menos en las democracias existentes, hay que lograr el apoyo de la mayoría mediante el voto para acceder al poder.
Desde una perspectiva favorable a la política agonal, quiero dedicar esta notita al candidato Juan José Gómez Centurión. Y aclaro -desde ya- que no voté por él, sino por José Luis Espert. Por tanto, voy a hablar de un “adversario”, que sin embargo está lejos de ser un “enemigo” político.
Tengo las mejores referencias personales de Gómez Centurión, provenientes de amigos y conocidos que han tenido oportunidad de conocer bien su actuación previa a su ingreso en la última campaña electoral. Su biografía política puede consultarse aquí. No doy mayor importancia a algunas “denuncias” en su contra –provenientes de los peores elementos de nuestra política- que no han tenido relevancia judicial. Cabe recordar que Gómez Centurión tiene estudios superiores en Ciencia Política, es un héroe de Malvinas y fue condecorado con la Cruz al Heroico Valor en Combate, la más alta distinción militar del país.
He comenzado por hablar de las cualidades personales de Gómez Centurión porque en política agonal de poco vale decir: importan las ideas y no las personas. Las ideas, por sí mismas, no pueden ponerse en práctica. Se necesita de personas que las apliquen. Sin líderes políticos las mejores ideas quedan encerradas en las cuatro paredes del mundo intelectual.
Pero quiero decir algo más sobre las ideas del frente NOS, que lleva a Gómez Centurión como candidato a la presidencia de la República. Para lo cual es menester acudir a la fuente principal y directa del ideario, su plataforma electoral (aquí). Vale la pena leerla completa. Porque si bien es cierto que la campaña de NOS ha puesto énfasis en el capítulo VIDA Y FAMILIA, y un poco menos en DEFENSA y POLÍTICA EXTERIOR, esta plataforma no deja ser integral. Si tuviera que “etiquetar” el ideario del frente NOS diría que es conservador, con algunos elementos de derecha nacional, pero que no asume los tópicos gastados del viejo nacionalismo argentino. En general, las ideas el frente NOS se asemejan bastante a las del Partido Republicano de los Estados Unidos, con singularidades propias de la idiosincrasia argentina.
Este énfasis de la campaña de NOS en los tres capítulos mencionados, contrasta con la campaña de José Luis Espert, del frente DESPERTAR, la cual se ha concentrado mucho en temas económicos, que son la especialidad de su candidato. De hecho, me decidí a votar por Espert no sólo porque coincido con sus propuestas en lo económico, sino porque creo que lo más urgente hoy es ordenar la economía del país. Otros temas, si bien son importantes para las libertades civiles (ideología de género, ESI, etc.), podrían ser abordados en un momento posterior, siempre que se garantice un mínimo de respeto por la Constitución Nacional (ver aquí y aquí) y los derechos que la misma reconoce a todos sus ciudadanos.
Volviendo a Gómez Centurión, cuando se lee el capítulo de la plataforma de NOS dedicado a la POLÍTICA ECONÓMICA se advierte un diagnóstico correcto respecto del problema central: el Estado asfixia al país, lo oprime y no lo deja crecer. A diferencia del gobierno de Macri, NOS deja en claro que no pretende administrar mejor un sistema ineficiente, que crea las condiciones para que florezca la corrupción, sino que viene a cambiar el sistema. Tal vez una carencia de la plataforma sea que no tiene referencias explícitas a la necesidad de la apertura comercial y a una reforma laboral. Pero tampoco se opone a estas dos grandes reformas. Y es claro que reformar estructuralmente el Estado y bajar la carga tributaria es una condición necesaria para que la apertura al comercio no cause daño a las empresas argentinas, generando quiebras en masa y mayor desempleo. Una reforma del Estado, acompañada de una baja significativa de impuestos, podría generar un salto en las exportaciones, el cual podría impulsar demandas de mayor apertura comercial (1). Asimismo, sin reforma de las leyes laborales sería muy difícil que el sector privado pudiera absorber el exceso de personal estatal que hay que despedir porque no cumple ninguna función. Luego, la plataforma de NOS se extiende sobre otros puntos importantes, que no voy enumerar ahora para no hacer más larga esta nota. En fin, un dato adicional para valorar justamente la plataforma de NOS es la inclusión del economista Agustín Monteverde como coordinador de sus equipos económicos.
En las últimas PASO, el espacio encabezado por Juan José Gómez Centurión y Cynthia Hotton alcanzó un total de 642.636 votos, es decir un 2,63%, de acuerdo al escrutinio provisorio, superando a José Luis Espert. Un resultado más que digno, si se considera el efecto del clima de polarización sobre un candidato apenas conocido, de escasísima llegada a los medios de comunicación, que arrancó tarde e hizo una campaña con casi ningún recurso.
Algunos liberales tienen una fuerte antipatía hacia Gómez Centurión. Seguramente esto se deba a diversos factores, que no es del caso analizar ahora. Pero lo que llama la atención es que esos mismos liberales se sienten muy cómodos reivindicando figuras como Ronald Reagan y Donald Trump.
En mi opinión, el liberalismo hoy no tiene grandes posibilidades de obtener resultados significativos en la política agonal si no comprende al menos dos cosas: el principal “enemigo” político es la “hegemonía socialdemócrata”, o “progresismo sistémico” (2); para lograr implementar políticas públicas liberales, hay que "derrotar" al "enemigo" y para ello se requiere de una alianza con sectores de “derecha” que no son estrictamente liberales. Por tanto, veo a Gómez Centurión no sólo como un digno adversario, sino como un potencial aliado.


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(1) Sobre la simetría de Lerner ver:
(2) Ver aquí:


lunes, 5 de agosto de 2019

Kirchnerismo y reforma constitucional



En febrero de 2011, la dirigente kirchnerista Diana Conti hizo declaraciones (aquí) preocupantes para muchos: “Los sectores ultra K a los que pertenezco avizoramos el deseo de una reforma constitucional porque quisiéramos una Cristina eterna". Así expresó que se analizaba "una posible reforma constitucional para que se permita la reelección indefinida". Claro que no dejó de advertir que para tal fin es "necesario contar con consenso del arco político".
En las Elecciones presidenciales del 23 de octubre de ese mismo año, Cristina Fernández de Kirchner obtuvo el 54,11 % de los votos, accediendo así a un segundo mandato. El Frente para la Victoria logró el mayor porcentaje alcanzado en una elección presidencial desde 1973, habiendo obtenido la mayor cantidad y porcentaje de votos en una elección desde el retorno de la democracia en 1983; y la segunda mayor ventaja histórica respecto del candidato ubicado en segundo lugar.
Ante semejante triunfo electoral, cabe preguntarse por qué desde el inicio del segundo mandato de Cristina no se reformó la Constitución Nacional de acuerdo con el deseo de los sectores ultra K representados por Diana Conti. La respuesta más simple es: porque el artículo 30 de la Constitución dispone que la “necesidad de reforma debe ser declarada por el Congreso con el voto de dos terceras partes, al menos, de sus miembros; pero no se efectuará sino por una Convención convocada al efecto”. Y el kirchnerismo triunfante no pudo lograr esa mayoría calificada siquiera en su momento de mayor poder. Hubiera necesitado de un amplio acuerdo con la oposición y no lo intentó.
Dos años después, con de la derrota electoral de 2013, la misma Diana Conti (aquí) tuvo que reconocer que “se acabó la posibilidad de Cristina eterna”. Otra vez, por la misma razón, un hecho tan simple como contundente: no logró la mayoría necesaria para plantear seriamente el tema.
Este año, ante el posible triunfo de la fórmula encabezada por Alberto Fernández, vuelve a mencionarse la hipótesis de una reforma constitucional. Y no faltan kirchneristas que se pronuncian en tal sentido, como la inefable Diana Conti. De esto da cuenta un editorial del diario La Nación (aquí). El cual, sin embargo, no deja de recordar que las “trasnochadas y aviesas intenciones de una nueva Constitución, […] deberían tropezar con un Congreso nacional en donde ni La Cámpora ni la expresidenta estarán cerca de contar -aun obteniendo un buen resultado electoral este año- con el número de legisladores requerido para lograr los dos tercios del total de miembros de las dos cámaras y declarar la necesidad de otra reforma”. Una vez más, el artículo 30 de la Constitución pone un freno a las pretensiones hegemónicas.
Sin embargo, desde el gobierno de Cambiemos, se insiste con una “campaña del miedo” al eventual retorno del kircherismo, mediante el fantasma de una deriva autoritaria como la de Venezuela. Y un capítulo importante de esta campaña consiste en difundir en la opinión pública el temor a una reforma constitucional de corte populista y autoritario. Pero esta campaña ignora el principal obstáculo que el kircherismo debería sortear: la mayoría requerida por el artículo 30 de la Constitución Nacional. Además, la hipotética reforma no cuenta con el aval de Alberto Fernández, quien declaró: “la verdad es que no hace falta impulsar ninguna reforma constitucional. Ni en la escala de prioridades de la Argentina del presente la reforma constitucional es un problema. No lo es. Yo, además, Alberto Fernández en particular, tengo mucho apego a la Constitución Nacional de 1853. Y no creo que sea el problema de la Argentina” (aquí). Poco importa si esta declaración es sincera; lo cierto es que no tendrá -ni en el mejor de los escenarios electorales- la mayoría requerida para reformar la Carta Magna.
Más allá de las preferencias políticas de cada uno –las mías, opuestas tanto al kirchnerismo como al macrismo-, creo que no debemos prestarnos a una propaganda engañosa y mendaz. No seremos Venezuela, como dicen las focas amarillas. Lo cual no implica que una presidencia de Alberto Fernández estará libre de tentaciones hegemónicas, ni exenta de medidas tendientes a concentrar el poder político.

jueves, 1 de agosto de 2019

El cuco venezolano




A medida que se acercan las elecciones, el oficialismo intensifica su «campaña del miedo». Ante un inocultable fracaso económico, el macrismo no encuentra otra forma segura de retener el poder que no sea polarizar con el kirchnerismo, explotando el temor a su eventual retorno. Para ello apela de modo recurrente a la comparación con Venezuela. Y nos anticipa que, si Macri no reelige, viviremos un proceso similar al chavismo.
Esta asimilación con Venezuela no me parece correcta. Sólo puede llevarse a cabo forzando semejanzas discursivas y omitiendo enormes diferencias fácticas. Una de estas diferencias merece especial atención en esta entrada: el factor militar (*).
1. El auge del militarismo
El chavismo venezolano se caracteriza por su militarismo: un creciente papel de los militares en la economía y la política del país, llegando las FF. AA. a constituirse como la principal fuente del uso abusivo del poder.
Durante los gobiernos de Chávez fue predominante, aunque no exclusivamente, el desarrollo del papel político de las FF. AA., mientras que en el gobierno de Maduro predominó su incorporación como agente principal en la economía y otras áreas estratégicas del país. De esta forma, la consigna chavista de la relación cívico-militar para gobernar el país devino en una gobernabilidad abiertamente autoritaria, que le otorgó al sector militar un papel central en la economía y la política. A partir de 1999, se avanzó paulatinamente en una militarización de la sociedad. Este proceso es considerado por algunos como un ejemplo de la consolidación de un nuevo tipo de régimen militar del siglo XXI, mientras que para otros es un modelo de «Estado cuartel».
2. La politización, ideologización y partidización de las FF. AA. 
El primer paso en este proceso fueron los cambios constitucionales de 1999, que crearon un mando militar unficiado; la incorporación formal de las FF. AA. en tareas de seguridad interna; la eliminación del papel supervisor del poder legislativo sobre los militares, que quedó en manos del presidente. En esta primera etapa, el énfasis estuvo puesto en la identificación de la FF. AA. como «bolivarianas». En 2007, después de su reelección, Chávez privilegió la revolución «socialista» y el papel militar en su defensa. Una serie de leyes y decretos hicieron que las FF. AA. pasaran a representar el proyecto político chavista. Así se creó la Milicia Nacional Bolivariana, definida como complemento de las FF. AA., dependiente del presidente; y su función incluiría el mantenimiento del orden interno.
Durante el gobierno de Maduro, su gabinete ejecutivo ha tenido un promedio de más de 30% de carteras ocupadas por militares. Entre las más importantes: Defensa, Interior, Justicia y Paz, todas bajo el mando de militares en servicio activo. Un capítulo aparte es que los servicios de inteligencia han estado en manos de militares en actividad.
Indirectamente, a los militares también se les otorgó un mayor poder en los ámbitos de gobierno regional y local. En las elecciones para gobernadores de octubre de 2017, de 19 funcionarios elegidos por el oficialismo, 8 eran militares retirados.
Con la finalidad de restar poder a las autoridades civiles locales, el presidente Chávez creó las zonas bajo el mando de militares activos que centralizan funciones antes a cargo de los gobiernos locales. Así, se prohibió a autoridades regionales y municipales llevar a cabo acciones relacionadas con el control y la distribución de alimentos, dejándolas en manos de las FF. AA.
3. El papel económico de los militares
Después del fallecimiento de Chávez y la elección de Maduro en 2013, el nuevo mandatario tuvo que enfrentar desde el inicio una crisis económica que era inevitable debido al modelo que había heredado. En lugar de iniciar reformas, profundizó el modelo de controles, lo que llevó a que la crisis se agudizara. Por su debilidad, tuvo que ceder espacios de poder económico cada vez más importantes a los militares y convertirlos no solo en actores políticos sino también en empresarios que controlan los sectores más importantes de la economía nacional. Con Chávez, los militares habían desempeñado actividades en el sector económico, como por ejemplo el Plan Bolívar 2000 para la distribución de alimentos e incluso la presidencia de la estatal petrolera (PDVSA). Con Maduro, su papel pasó a ser predominante, ya que se les otorgó a militares activos y retirados el control del sector eléctrico, el metro de Caracas, las empresas de aluminio, hierro y acero en el sur del país, así como los puertos y las aduanas. A partir de 2013, se conformaron cuatro empresas militares: un banco, un canal de televisión, una empresa de transporte aéreo y otra de agricultura.
4. Debilitamiento y desprofesionalización de la institución militar
El avance del papel político y económico de los militares durante los últimos 18 años ha conducido a la erosión del control democrático sobre el sector de seguridad y defensa. Tanto nacional como internacionalmente hay un consenso sobre la desprofesionalización de las FF. AA. venezolanas, así como denuncias sobre la participación de algunos de sus miembros en actividades de narcotráfico, crimen organizado transnacional, contrabando de gasolina, alimentos y tráfico de personas, especialmente en la frontera colombo-venezolana. Recordemos el desempeño de los militares venezolanos como represores de protestas sociales y sus labores en el sector de la inteligencia interna.
Cualquier lector bien informado sabe que en la Argentina no hay un factor militar que pueda cumplir el rol que las FF. AA. desempeñan en la vida política y económica de Venezuela. La sociedad argentina está muy lejos de poder alcanzar tal grado de militarización. De modo que el intento de asimilar el eventual retorno del kirchernismo con el régimen venezolano es un abuso propagandístico del gobierno de Macri.


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(*) Estos cuatro puntos que caracterizan al militarismo chavista están tomados de:

Una coalición indeseada

Finalmente, he encontrado el tiempo para poner por escrito algunas ideas en las que venía pensando en las últimas semanas. Milei es presid...