En una nota anterior (aquí) decía
que el liberalismo es una amplia
corriente de pensamiento y acción, integrada por diversas escuelas, autores,
matices, etc. Que no hay un liberalismo homogéneo y dogmático;
sino que en su seno se encuentran algunos elementos
comunes a todos y
otros elementos propios de
escuelas y autores, no siempre compartidos por el resto. Y que no tener en
cuenta esta distinción conlleva el riesgo de tomar la parte por el todo y atribuir
a alguna escuela, o autor, la representación de todo liberalismo.
La necesidad de dar cuenta de la diversidad que se encuentra en la tradición
liberal, ha generado una considerable cantidad de palabras, que semejan a una
“jungla” (1). En medio de esta jungla, uno de sus “árboles” es el denominado libertarianismo, con dos “ramas” sobresalientes, el minarquismo (2) y el anarcocapitalismo (3), cuyo “fruto” más importante
es el pensamiento de Murray F. ROTHBARD (4). Si tuviéramos (5) que reducir a su
mínima expresión el pensamiento de este autor diríamos que: 1) hay un axioma
fundamental de sistema (a priori, a-histórico,
deductivista) que es la auto-posesión
que el ser humano tiene de sí mismo y todos los frutos de su obrar libre; 2) el
núcleo de la moralidad consiste en respetar este axioma y sus consecuencias,
una de las cuales conduce al principio de
no agresión, en virtud del cual nadie tiene el derecho de iniciar la
violencia contra un semejante y tiene, consiguientemente, el derecho de legítima
defensa contra una agresión iniciada por otro. Como una derivación de estos
principios, ROTHBARD vio al Estado como una entidad radicalmente inmoral, ab initio, por lo cual mantuvo polémicas
con libertarios minarquistas como NOZICK.
En otra entrada ya publicada (aquí), cité el
fragmento de un artículo de ROTHBARD (6) que en su origen estuvo destinado a
disipar mitos sobre el libertarianismo -aunque contiene ideas extrapolables al liberalismo en general- y a confrontar las críticas del conservador
Irving KRISTOL. El texto dice:
“Mito nº
2. Los libertarios son libertinos: son hedonistas que anhelan estilos de vida
alternativos.
Este mito
ha sido planteado recientemente por Irving Kristol, quien identifica la ética
libertaria con el hedonismo y asevera que los libertarios “veneran el catálogo
de Sears Roebuck y todos los estilos de vida alternativa que la afluencia
capitalista permite elegir al individuo”.[…] El hecho es que el libertarianismo
no es, ni pretende ser, una completa guía moral o ascética, sino sólo una
teoría política, esto es, el subconjunto de la teoría moral que versa sobre el
uso legítimo de la violencia en la vida social. La teoría política se refiere a
aquello que debe acometer o no un gobierno, y el gobierno es distinguido de
cualquier otro grupo social y caracterizado como la institución de la violencia
organizada. El libertarianismo sostiene que el único papel legítimo de la
violencia es la defensa de la persona y su propiedad contra la agresión, que
cualquier uso de la violencia que vaya más allá de esta legítima defensa
resulta agresiva en sí misma, injusta y criminal. […]
Luego, no
debe sorprender que haya libertarios que sean de hecho hedonistas y devotos de
estilos de vida alternativos, y que haya también libertarios que sean firmes
adherentes de la moralidad burguesa convencional o religiosa. Hay libertarios
libertinos y hay libertarios vinculados firmemente a la disciplina de la ley
natural o religiosa. Hay otros libertarios que no tienen ninguna teoría moral
en absoluto aparte del imperativo de la no-violación de derechos. Esto es así
porque el libertarianismo per se no
pregona ninguna teoría moral general o personal. El libertarianismo no ofrece
un estilo de vida; ofrece libertad, para que cada persona sea libre de adoptar
y actuar de acuerdo con sus propios valores y principios morales”.
Como explica BASTOS (7),
“a Rothbard
le gusta eliminar equívocos sobre el libertarianismo. Él era un conservador
cultural y estaba cómodo en los ambientes culturales de la derecha (12)
por eso busca bien delimitar su pensamiento de forma negativa, esto es
criticando los mitos existentes sobre el movimiento”.
Hay que recordar que ROTHBARD, en la década de 1960, abandonó plataformas conservadoras, en disidencia con el apoyo de la mayoría a la guerra de Vietnam, y realizó alianzas tácticas con grupos de extrema izquierda, que eran casi los únicos opositores a dicha guerra. Pero ROTHBARD,
“No
defendió el libertinismo en nombre del libertarianismo. Era esposo de una sola
mujer. Comprendió que la indulgencia con uno mismo, antinómica y generalizada,
acabaría produciendo una catástrofe social.
Creía
profundamente que una sociedad ácrata debe apoyarse en el autogobierno, y que
el autogobierno no es una motivación personal poderosa en una persona que se ha
corrompido sexualmente, químicamente, o ambas cosas. Con el paso de los años,
esta opinión le hizo perder a muchos de los primeros seguidores libertarios” (8).
ROTHBARD era una persona de orden, estaba casado con una mujer muy
religiosa, y él, siendo agnóstico, prefería los ambientes conservadores para
sus relaciones. Por ello, luego de fundar el Libertarian Party -partido que iría atrayendo cada vez más a integrantes favorables a una contra-cultura nihilista-, se sintió obligado a tomar distancia
(9).
Libertarianismo
y libertinismo en M. ROTHBARD
ROTHBARD no dio una definición precisa de lo que entendía
por libertinismo. Pero todo indica que
usó el término libertino en su significado
común: irreligioso, licencioso, disoluto (10). Es lo que desprende de manera inmediata
del texto que hemos reproducido arriba, en el cual emparenta su significado con
hedonista y devoto de estilos de vida alternativos (al paradigma religioso-moral
tradicional). Y también es lo que sugiere el clima de época posterior a Mayo de
1968. Por el contrario, no tenemos noticia de que hubiera tratado el tema como una
corriente cuyo significado ha ido precisando la Historia de la Filosofía (11).
En el mismo
sentido lo interpreta BASTOS (12):
“La
filosofía libertaria (Rothbard, 1980) no establece ninguna pauta de conducta,
sólo la libertad de que cada uno practique el tipo de vida que desee. Hay
libertarios libertinos y libertarios burgueses y lo único que tienen en común
es su oposición a la imposición estatal de formas de vida. Tampoco tienen los
libertarios una postura definida sobre la religión o los aspectos espirituales
de la vida, ni a favor ni en contra, al ser estos aspectos que corresponde a
cada individuo determinar. Los libertarios consideran que cada individuo es el
mejor juez de sus propios intereses y que las personas que dirigen el estado no
tienen ni capacidad ni legitimidad para imponer sus visiones sobre la vida
humana o la sociedad a un individuo adulto y racional”.
Para
ROTHBARD, libertario puede ser tanto un
libertino como un burgués. Porque el común denominador de ambos es el principio de no
agresión. Sin embargo, puso bastante énfasis en diferenciar al libertarianismo de quienes pretendían
una revolución moral anti-conservadora como si tal cosa fuera requisito de pertenencia al movimiento libertario.
Libertarianismo
y libertinismo en W. BLOCK
Walter BLOCK no necesita demasiada presentación en el
universo libertario. Economista estadounidense de la Escuela Austríaca, es un
importante teórico del anarcocapitalismo.
Discípulo de ROTHBARD, es considerado en la actualidad uno de los más
destacados representantes del libertarianismo
de línea austríaca (13).
En 1975, este autor publicó un libro provocador y de
gran impacto en los Estados Unidos: Defendiendo
lo indefendible (14). Su tesis central es una defensa de la legalidad –desde los principios del libertarianismo iusnaturalista- de
algunos oficios, habitualmente considerados inmorales, como la prostitución, el
tráfico de drogas, etc. Al igual que ROTHBARD, este autor dejó a un lado la
cuestión moral y justificó la licitud
de tales oficios fundándose primariamente en los derechos individuales
inalienables y, secundariamente, en la utilidad social.
“¿Cómo
podemos, pues, defender las actividades inmorales de ciertos miembros del mercado?
Basándonos en la filosofía del libertarianismo, que se limita a analizar cada problema
de manera independiente. Se plantea en qué condiciones está justificado el uso
de la violencia, y se resuelve que la violencia solo es justificable en defensa
propia, en respuesta a una agresión previa, o en venganza por una agresión previa.
Lo cual, entre otras cosas, quiere decir que el gobierno no tiene justificación
para multar, castigar, encarcelar, o aplicar penas de muerte sobre personas que
actúen de manera inmoral, siempre y cuando no amenacen ni inicien una agresión
física contra otra persona o sus propiedades. El libertarianismo, pues, no es una filosofía
sobre la vida: no define las fronteras entre el bien y el mal, lo moral y lo
inmoral, lo que es apropiado o lo que no.
Por ello,
la defensa de las prostitutas, los pornógrafos, etc., es bastante simple:
consiste básicamente en que no inician violencia contra no agresores. Por ello,
según los principios del libertarianismo, no deberían ser encarcelados, ni se debería
ejercer ningún tipo de violencia contra ellos. Lo cual no significa de ninguna manera
que las actividades que realizan sean morales, apropiadas, o buenas” (15).
Algunos pensaron que el autor se posicionaba en favor
del libertinismo. Esto lo impulsó a escribir un artículo (16) en el cual formula una neta distinción entre libertarianismo y libertinismo.
El trabajo retoma y desarrolla argumentos ya enunciados
por ROTHBARD. Comienza reconociendo que la confusión entre libertarianismo y libertinismo
es una de las mayores que existen en el ámbito de la política. Luego pasa
a caracterizar al libertarianismo,
enfatizando la centralidad del principio
de no agresión, al cual concibe como
un imperativo de derecho natural diferente de las normas de derecho positivo.
“El libertarianismo es una
filosofía política. Se ocupa únicamente del uso adecuado de la violencia. Su
premisa fundamental es que debería ser ilegal amenazar o iniciar actos de
violencia contra una persona o su propiedad sin su permiso; la fuerza se
justifica sólo como defensa o represalia.
El libertarianismo es una teoría sobre lo que debería ser ilegal, no sobre lo que
está actualmente prohibido por la ley. En algunas jurisdicciones, por ejemplo,
está prohibido cobrar un alquiler por encima de un máximo estipulado. Estas disposiciones
no refutan el principio libertario, ya que tratan sobre lo que la ley es, y no
de lo que debería ser”. (17)
Sentada la base del principio de no agresión, se pregunta qué actitud debe tomarse -desde
el libertarianismo- con respecto a conductas tales como el consumo de drogas, el proxenetismo, la prostitución, etc.
“¿El acto
implica necesariamente el inicio de una violencia invasiva? Si es así, está
justificado el uso de la fuerza (legal) para detenerlo o para castigarlo; si
no, esto es incorrecto. […]
¿Cuál es
el punto de vista del libertarianismo sobre estas conductas que etiquetaré como
“perversas”? Aparte de defender su legalización, el libertario, qua libertario, no tiene absolutamente
ninguna visión sobre estas. Si toma una posición sobre estas, lo hace como un
no-libertario”.
¿Los
libertarios son libertinos? Algunos, claramente, lo son. […] ¿Todos los
libertarios son libertinos? Ciertamente no. La mayoría de los libertarios
retroceden horrorizados ante tales sucesos. ¿Cuál es entonces la relación
precisa entre el libertario, qua
libertario, y el libertino? Es simplemente esta: el libertario es alguien que
piensa que el libertino no debe ser encarcelado. Puede oponerse amargamente al
libertinaje, puede hablar en su contra, puede organizar boicots para reducir la
incidencia de tales actos. Solo hay una cosa que no
puede hacer y seguir siendo libertario: no puede defender ni participar en el
uso de la fuerza contra estas personas. ¿Por qué? Porque sin que importe lo que
uno piense de sus acciones, no inician la fuerza física. Dado que ninguna de
estas acciones necesariamente lo hace, el libertario debe -en algunos casos, a
regañadientes- abstenerse de exigir el uso de fuerza física contra aquellos que
se involucran en perversiones entre adultos que consienten.” (18)
Su respuesta sobreentiende una clara distinción entre moralidad y legalidad que, en la cultura occidental, es fruto de un proceso
secular de diferenciación entre religión y derecho, ética
civil y moral religiosa, pecado y delito.
“…el
punto de vista libertario no toma absolutamente ninguna posición moral o
valorativa sobre las conductas perversas en discusión. La única preocupación que
tiene es si constituyen el inicio de una agresión no consentida. Si lo hacen,
la posición libertaria aboga por el uso de la fuerza para detenerlas; pero no
por su depravación, sino porque han violado el único axioma libertario: no
agresión a los no agresores. Si estas conductas no involucran fuerza coercitiva,
la filosofía libertaria niega la afirmación de que la violencia pueda emplearse
adecuadamente para oponerse, sin importar cuán extrañas, exóticas o
despreciables pudieran ser”. (19)
Luego se explaya sobre el denominado conservadurismo cultural, doctrina compatible
con el libertarianismo, ya que no
menoscaba el principio de no agresión.
“El hecho de que un libertario se niegue a
encarcelar a pervertidos no significa que deba permanecer moralmente neutral
sobre tales comportamientos. Entonces, ¿favorecemos o nos oponemos? ¿Apoyar o
resistir? ¿A favor o en contra? En esta dimensión, soy un conservador cultural.
Esto significa que aborrezco la homosexualidad, la bestialidad y el
sadomasoquismo, así como el proxenetismo, la prostitución, las drogas y otros
comportamientos tan degenerados”.
[…]
“El
libertario puede odiar y molestar al libertino, o puede no hacerlo. Él no está obligado
en un sentido u otro por su libertarianismo,
como tampoco el partidario de una teoría sobre los gérmenes de una enfermedad
está obligado a tener un punto de vista sobre el libertinismo. Como libertario, solo está obligado a no exigir una
sentencia de cárcel para el libertino. Es decir, no debe exigir encarcelamiento
para el libertino no agresor, no abusador de menores, que limita su conducta a
interactuar con adultos que consienten. Pero el libertario es totalmente libre -como
persona, como ciudadano, como moralista, como comentarista de hechos de
actualidad, o como conservador cultural- de pensar que el libertinismo es algo pervertido, y de hacer lo posible para
detenerlo, salvo usar la fuerza. Me ubico en esta última categoría”. (20)
El conservadurismo
cultural que defiende BLOCK repudia al libertinismo
por razones morales, tradicionales y religiosas. Pero su repulsa permanece en
un plano cultural, ya que no confunde
moralidad con legalidad. Así, en
cuanto libertario, sostiene que no debe sancionarse al libertino; y también que cualquier libertario tiene el derecho de expresarse en su contra e incluso de organizar campañas de boicot. En
cuanto conservador cultural, en todo
caso, reafirma su fuerte oposición en el plano moral.
El proceso de diferenciación de corrientes y matices
dentro del pensamiento libertario, el cual hemos ilustrado con ideas de
ROTHBARD, desarrolladas por BLOCK, es mucho más amplio que la distinción entre libertarianismo y libertinismo. Su exposición debería dar cuenta de otros distingos y
categorías. Así, por ejemplo, ROTHBARD acuñó otras etiquetas –a veces
sarcásticas- para referirse a ciertos tipos humanos presentes en el movimiento
libertario norteamericano, como libertarios
modales, nihilo-libertarios, libertarios de izquierda, etc. La
exposición tendría que continuar mostrando la evolución histórico-doctrinal de
estas categorías hasta llegar a paleo-libertario,
como la que mejor expresa la síntesis entre libertarianismo
y conservadurismo cultural. Pero todo
esto requeriría extendernos más allá de los límites de una bitácora (21).
Algunas conclusiones
1. En esta nota usamos el término libertinismo para exponer con mayor fidelidad el pensamiento de ROTHBARD y BLOCK, entre otros
autores libertarios, que lo emplearon
como una categoría, no demasiado rigurosa desde el punto de vista filosófico, pero
caracterizada por su oposición al ethos
conservador norteamericano. Sus notas principales –al margen de
elementos anecdóticos- podrían esquematizarse así: a) actitud antirreligiosa y,
de un modo especial, anticristiana; b) ateísmo, agnosticismo e irreligiosidad;
c) negación de la moral denominada burguesa,
que es sustituida por el hedonismo y el nihilismo; d) exaltación del valor de
la razón humana como opuesta a las tradiciones, ya sean seculares o religiosas; e) reivindicación
de toda suerte de estilos de vida “alternativos”.
2. El principio
de no agresión es nota esencial y definitoria del libertarianismo. Es el común
denominador, vale decir, el rasgo que comparten todos los elementos del
conjunto. Lógicamente: quien lo acepta, puede decirse libertario; quien lo rechaza, no puede considerarse tal.
3. Supuesta la común aceptación del principio de no agresión, es un hecho
que en el libertarianismo hay
distintas posiciones: hay libertarios libertinos, modales, nihilistas, de
izquierda; pero también burgueses, conservadores, cristianos, judíos, de derecha, etc.
Esta coexistencia puede ser amistosa o polémica, según los diferentes
individuos y sus circunstancias. En cualquier caso, esta coexistencia es lógicamente posible
siempre que todos conserven intacta su adhesión al principio de no agresión y a sus consecuencias más evidentes.
4. Reconocido el hecho de la diversidad de posiciones
dentro del libertarianismo, ROTHBARD manifestó
sus preferencias por el denominado conservadurismo
cultural.
“…yo, como otros paleo-libertarios, me he convencido de que la Antigua Cultura, la cultura que prevalecía en Estados los Unidos desde la década de 1920 hasta la de 1950 […] estaba en sintonía no sólo con el espíritu norteamericano sino con la ley natural. Y que la cultura "alternativa", nihilista, hedonista, ultra-feminista e igualitaria, que nos ha sido impuesta por el liberalismo de izquierdas, no sólo no está en sintonía, sino que viola profundamente la concepción de la naturaleza humana que se desarrolló en Norteamérica, antes de la década de 1960, y en todo el mundo occidental y su civilización” (22).
Un conservadurismo
que defendió en términos polémicos y a veces con actitud militante. Sirva de ejemplo el uso de la
palabra Kulturkampf (combate
cultural) como título del artículo ya citado (nota 22), la cual se confirma con la lectura de su contenido.
La caída del Muro de Berlín, que trajo la ruptura
entre paleoconservadores y neoconservadores de los Estados Unidos,
fue vista por ROTHBARD, y otros libertarios, como la ocasión propicia para
forjar una alianza con los paleoconservadores.
En este contexto, surgió la adopción del prefijo paleo, agregado a libertario,
para designar a un nuevo movimiento, en el cual la defensa de los valores del conservadurismo cultural no sería condición necesaria para el libertarianismo,
pero sí un complemento que lo ayuda y favorece su pervivencia en el
largo plazo.
________________
(2) Minarquistas son aquellos libertarios que defienden la existencia de un Estado mínimo, muy reducido, aunque necesario para cumplir ciertas funciones sociales.
(5) Cfr. ZANOTTI, G.: Hacia un liberalismo clásico como la defensa de la intimidad personal, en DOXA Nº 4 (2006), p. 235.
(7) BASTOS, M. A. Un reaccionario radical: el pensamiento político de Murray N. Rothbard. En: RIPS, Vol. 3, Nº 1 (2004), p. 114.
2: a person who is unrestrained by convention or morality
specifically: one leading a dissolute life // libertines indulging a variety of amorous impulses. URL:
https://www.merriam-webster.com/dictionary/libertine#other-words
(11) LOMBA FALCÓN, P.: Márgenes de la Modernidad. Libertinismo y filosofía en el siglo XVII. Madrid: Escolar y Mayo, 2014.
(14) Título original: Defending the Undefendable. Citamos la traducción de Diego González Calles, editado por INNISFREE en formato digital.
(22) ROTHBARD, M. Kulturkampf!. En: Rothbard-Rockwell-Report, Octubre de 1992, pp. 1-10. URL: