domingo, 1 de septiembre de 2019

A los liberales del mal menor



Partido predominante y partido hegemónico
Se conoce como sistema de partidos (1) a las distintas formas coexistencia entre los partidos de un sistema político. Hay sistemas de partidos competitivos y no competitivos, según haya o no elecciones libres. El hecho que un candidato gane sin oposición, o con una mayoría aplastante, no determina que el sistema no sea competitivo, sino únicamente cuando no se permiten elecciones libres. Obviamente, lo que importa es la realidad y no las normas legales. La no competencia se da cuando a los adversarios se los priva de la igualdad de derechos, hay impedimentos, amenazas, terror o se los sanciona por decir lo que piensan. En un sistema competitivo, en cambio, el votante debe tener dos opciones: la posibilidad de hacerse oír y la de salirse de un partido e irse a otro.
Dentro de los sistemas no competitivos encontramos los casos del partido único y el partido hegemónico. El partido único (autoritario o totalitario) se refiere a aquellos sistemas en donde un solo partido es legal, y es el único autorizado para presentarse a las elecciones.
Resulta de interés para esta notita fijar la atención en el partido hegemónico. El partido hegemónico no permite una competencia por el poder. Admite que existan otros partidos, pero como partidos secundarios a los que no se les los deja competir en pie de igualdad. La alternancia no sólo no se produce sino que no es posible que se produzca. Así, el partido principal actúa con poca responsabilidad ya que no existe sanción derivada de la alternancia en el gobierno. Los partidos secundarios son tolerados, se les asigna una cuota de poder, pero no se permite un discurso abierto eficaz. Como ejemplos típicos de partido hegemónico se puede mencionar el caso de Polonia durante los años del comunismo pro-soviético y el de México con el PRI, partido que se mantuvo en la presidencia desde 1929 hasta el 2000.
En los sistemas competitivos también podemos encontrar lo que se llama partido predominante. Este sistema de partido puede provenir de un formato bipartidista o de uno muy fragmentado como ocurría en la India hasta las elecciones de 1996. Los partidos predominantes son partidos que tienen una influencia superior a la de otros partidos, pero a diferencia de los hegemónicos, comparten el poder, pueden perder elecciones o necesitan de otras fuerzas para lograr coaliciones de gobierno en los parlamentos. Aquí nos encontramos con una especie de pluralismo de partidos donde la alternancia no es impedida, sólo que no suele darse por un tiempo prolongado; y hay oportunidades claras para un verdadero disenso. En el sistema de partido predominante hay igualdad de oportunidades, no así igualdad de recursos, ya que diferencia entre los recursos de los que goza el partido en el poder y quienes no están en el poder seguramente será mayor que en otros sistemas pluralistas.
Un partido predominante con pretensiones hegemónicas
Una característica central del peronismo es su formidable capacidad de adaptación a las diversas situaciones que le toca enfrentar. Sus objetivos pueden aparecer enmascarados tras una doctrina o ideología, de contenido variable según las circunstancias, pero lo central para el peronismo es la conservación del poder.
Como partido, el peronismo se caracteriza por una doble vocación. En primer lugar, ser partido predominante. Esto se verifica en su historia, tanto en elecciones nacionales como en las provinciales. En segundo lugar, el peronismo posee tendencias de partido hegemónico. Así lo expresaba Natalio Botana (2):
«El problema de fondo que tenemos hoy es que la fuerza dominante desde el punto de vista electoral y del control de la mayoría de los gobiernos provinciales y municipales es el justicialismo, que se presenta de acuerdo con los diferentes ciclos de esta democracia con distintos nombres y ropajes. Es un partido con pretensiones hegemónicas, no se puede decir que lo sea por la duración, porque a fin de cuentas en la Argentina ha habido varias alternancias, pero es el partido predominante con pretensiones hegemónicas que fueron muy claras durante el menemismo y también […] durante […] el matrimonio Kirchner».
Cuando el peronismo tiene éxito electoral suficiente se consolida como partido predominante. Y no tardan en manifestarse en su seno las tendencias hegemónicas. Así, surgen los proyectos de reforma constitucional para prolongar los mandatos mediante la reelección indefinida, tentativas para debilitar los organismos de control o propuestas que menoscaban la independencia del Poder Judicial.
La oposición a un futuro gobierno del Frente de todos
El resultado de las últimas PASO permite formular un pronóstico con alta probabilidad: el peronismo, bajo la denominación Frente de todos, ganaría las próximas elecciones en primera vuelta por una amplia diferencia respecto de Juntos por el cambio. De este modo, el gobierno de Alberto Fernández daría inicio a un nuevo ciclo de peronismo en el gobierno, con importante representación parlamentaria y predominio en la mayoría de las provincias. Proyectando los resultados nacionales de las últimas PASO, el peronismo no tendría quórum propio en diputados (3) aunque sí en el senado (4). El futuro de Juntos por el cambio estaría determinado en buena medida por la evolución de la economía. Si el reciente default selectivo condujera a un mayor descalabro financiero, con hiperinflación (5), el futuro político del macrismo estaría muy comprometido y podría ser semejante al de los radicales después de la crisis del 2001. 
Esta hipótesis, de cara a las elecciones de octubre, me lleva a pensar que es de vital importancia fortalecer –desde ya- una oposición que haga lo posible para que el peronismo no se consolide como partido predominante. De lo contrario, corremos el riesgo de que vuelvan a manifestarse las tendencias hegemónicas. Y a mi juicio, esto no puede hacerse apoyando a Juntos por el cambio, como proponen hoy algunos liberales del «mal menor». Al contrario, pienso que si se quiere «salvar la República» es imperativo fortalecer espacios opositores que la ciudadanía perciba como no vinculados al fracaso macrista.
En resumen: hoy se trata de estar en el lugar de opositores sensatos al futuro gobierno peronista y no en el de copilotos de un torpe naufragio.






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Una coalición indeseada

Finalmente, he encontrado el tiempo para poner por escrito algunas ideas en las que venía pensando en las últimas semanas. Milei es presid...