Desde que escribí esta nota, hasta marzo de este año, el escenario que preveía
para Milei en las elecciones presidenciales de 2023 era el de una coalición de
liberales, libertarios, conservadores pro-mercado y derecha indefinida, que lograra
consolidarse como una tercera fuerza nacional. En el legislativo, un resultado
igual o mejor al obtenido en su momento por la Alianza de
Centro. Y todo esto como el puntapié inicial de una fuerza capaz de
disputar con éxito las presidenciales de 2027. Una variante de este escenario era
Milei segundo, pero con más legisladores.
Sin embargo, a la luz de
los resultados de las últimas PASO, los hechos parecen evolucionar en otra
dirección. Por tanto, se impone pensar en otro escenario posible: Milei ganador
de la elección presidencial. Y también anticipar que, si esto fuera acompañado
por expectativas desmedidas, la desilusión podría ser enorme para muchos de sus
votantes.
Se pueden señalar seis
factores que podrían sabotear o hundir una presidencia de Milei:
1. La espada de Damocles: el juicio político. Es
una institución propia de los Estados de organización ejecutiva de tipo
presidencial. Su único objetivo es el de separar de su cargo al funcionario
acusado y eventualmente declararlo inhábil para ejercer ciertas funciones públicas.
Sin entrar ahora en explicaciones sobre el procedimiento de este juicio, lo
cierto es que si Milei no contase con un tercio más uno de -al menos- una
cámara del congreso, dispuesto a rechazar un juicio político, la posibilidad de
un acuerdo de casta política para destituirlo por mal desempeño
(concepto elástico, equivalente a un tipo penal abierto) estaría siempre
presente a lo largo de todo su período presidencial.
2. Límites constitucionales y convencionales. Cualquier presidente de la Argentina
tiene límites al ejercicio de su poder, derivados de la CN y los tratados
internacionales suscritos por la Nación. Se entiende por “suma del poder
público” la concentración en el presidente de la República de facultades ejecutivas,
legislativas y judiciales. Ante expectativas desmedidas, debe advertirse que -dentro
del marco constitucional- Milei no podrá hacer reformas libertarias muy
radicales si estas implican la suma del poder público. Y que, además, estará
obligado a respetar acuerdos internacionales firmados por la Argentina mientras
no cuente con la posibilidad de denunciar tratados.
3. Falta de mayorías legislativas. Otra debilidad de una presidencia de
Milei vendrá de que no cuenta con diputados y senadores suficientes para
sancionar leyes. Toda reforma que requiera ineludiblemente de una ley
necesitará del voto de otras fuerzas políticas. Nadie sabe qué ocurrirá con las
coaliciones hoy existentes en el supuesto de un triunfo de Milei en las
presidenciales. No se puede descartar la posibilidad de rupturas y nuevos
agrupamientos en el mapa político. Todo dependerá de la dinámica propia de las
fuerzas políticas perdedoras y también de la capacidad de negociación del nuevo
gobierno.
Es cierto
que Milei, sin participación del Congreso, podría convocar a una consulta
popular. Pero esta no sería vinculante para el órgano legislativo, de modo que
su resultado no obligaría a sancionar o derogar leyes. No obstante, el
resultado de una consulta popular es un medio de presión sobre diputados y
senadores, quienes quedarían expuestos al descrédito público por su negativa a
conformarse con la voluntad popular mayoritaria.
Ahora bien,
en un sistema presidencialista, el titular del Ejecutivo puede hacer mucho más de lo que
se supone, mediante decretos de necesidad y urgencia, simples decretos
reglamentarios y resoluciones. Esto implicaría hacer "hiperpresidencialismo a
cara de perro".
4. El Poder Judicial. Desde la Corte Suprema de Justicia
de la Nación hasta los tribunales inferiores, podrían trabar al gobierno de
Milei. No sólo porque la Justicia muchas veces responde a intereses
particulares, sino además porque sus integrantes son firmes adherentes a la
ideología socialdemócrata y carentes de nociones elementales de economía.
5. Los poderes fácticos. Se trata de sectores de la sociedad
que ejercen una influencia sobre la vida política basada en su capacidad de
presión: empresarios, sindicatos, medios de comunicación, burocracia en los
distintos niveles del Estado. Muchas reformas de fondo encontrarán resistencia
por parte de estos poderes de hecho.
6. Presiones internacionales. Numerosas entidades públicas (ONU,
FMI, BID, Banco Mundial, Mercosur, etc.) y también privadas (ONGs, etc.) van a
tratar de incidir en los asuntos internos de la República Argentina, saboteando
reformas necesarias. En este aspecto, debo advertir que el discurso público de
Milei revela bastante idealismo en materia de relaciones internacionales.
Ignoro si en privado es más realista.
Es necesario tomar
conciencia de estos factores, para no crear expectativas desmedidas con una eventual presidencia de Milei. Tenerlos en cuenta, sin embargo, de ninguna manera significa
pretender que La Libertad Avanza no compita por miedo a fracasar, contribuyendo así al triunfo de Bullrich. Porque Juntos por el Cambio fracasó
con Macri y ha dado pruebas suficientes de que puede desperdiciar las mejores
oportunidades; porque es un espacio que se muestra incapaz de romper
la hegemonía socialdemócrata que lo define como coalición.
Lo dicho hasta ahora supone
el mantenimiento de una cierta normalidad institucional, enmarcada por la
Constitución Nacional. Pero la historia política da cuenta de situaciones en las cuales los marcos normativos son desbordados por fenómenos
políticos “metaconstitucionales”. Y esto es lo que la casta política y sus
intelectuales orgánicos se niegan siquiera a considerar, cuando anticipan que
Milei no podrá gobernar. Que tengan cuidado; porque si continúan fumando en la
destilería, se pueden incendiar.
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