En la Argentina es muy difícil hacer ejercicios mentales de anticipación
política. Un día en la política de nuestro país puede ser tan intenso como un año
de otra nación. No obstante, me atrevo a hacer algunas conjeturas sobre el
futuro político de Javier Milei y el movimiento político que lidera.
Recordemos que la lista que encabezó Javier Milei obtuvo el 17,03% de los
votos en la CABA consiguiendo dos bancas en la Cámara de Diputados. Un
resultado sorprendente, si se tiene en cuenta tanto el carácter periférico de
Milei como la escasez de recursos para su campaña. Una falta de recursos
materiales que fue hábilmente suplida mediante el contacto directo con los electores, el uso de redes sociales, el aprovechamiento de espacios en medios de
comunicación tradicionales y la extraordinaria calidad del trabajo de Santiago
Oría como responsable de las filmaciones.
Respecto del «fenómeno Milei», hoy, caben tres posibilidades: que conserve el
capital político adquirido, que lo incremente o que comience a declinar.
Coincido con Mauricio Vázquez (aquí) en que para no declinar sería conveniente
que Milei trabajase en estas direcciones:
—
Despersonalizar. Esto significa que su liderazgo no sea excluyente, sino que promueva
la aparición de otros líderes complementarios y capaces de reemplazarlo si
fuera necesario.
— Nacionalizar. Que
el espacio que lidera Milei se consolide en todo el país y no se limite a la CABA.
—
Institucionalizar. Detrás del fenómeno Milei hay un espacio heterogéneo que ha
sido exitoso en términos electorales —por el carisma de Milei y también por un
contexto político singular— pero caótico en su estructuración, dominado por la
discrecionalidad, la improvisación y la informalidad. Institucionalizar el
espacio implica conformar una coalición, con un acuerdo programático de mayor
calado, consensuando reglas claras para el funcionamiento y la toma de
decisiones.
Tres asesores
Además de cuidar e incrementar su capital político, Milei es diputado y el
pueblo al que representa aspira a que cumpla su función de la mejor manera
posible. Pero es un ser humano, limitado como todos, que puede destacar en
algunos aspectos y flaquear en otros. Sin dudas, Milei destaca en economía, pero
tiene deficiencias en otras áreas. Mirando sus principales puntos débiles, creo
que necesitará tres asesores: uno, jurista especializado en derecho público y parlamentario;
dos, politólogo que conozca de la política real; y, tres, especialista en
comunicación e imagen. Por cierto, mi sugerencia tiene poco que ver con el
abuso habitual que consiste en designar una legión de «asesores» incompetentes
para rentar militancia o privilegiar parientes y amigos. El objetivo es
profesionalizar su tarea como legislador y así mejorar su llegada a sectores del
electorado que hoy son refractarios, dejando la espontaneidad, improvisación y
energía que lo caracterizan para su papel como político.
El carácter de Milei
No es un secreto que Milei tiene un carácter explosivo. Tal vez sea su
principal debilidad personal con relevancia política. Él lo sabe y sus enemigos
también. Cabe pronosticar que será sometido a constantes provocaciones para
explotar esta debilidad. Sus reacciones destempladas serán no sólo un daño para su imagen pública, sino la «excusa perfecta» para sancionarlo y
expulsarlo del Congreso, usando el artículo 66 de la Constitución Nacional. Es
muy ingenuo suponer que Juntos por el
Cambio negará su voto para tal fin. De manera que, si Milei no logra domar
su carácter, se expone a quedar fuera del Congreso más temprano que tarde.
Los «influencers»
La campaña de Milei ha destacado, entre otros elementos, por la presencia de
«influencers». No puedo negar que me separa de estos personajes una «brecha generacional»
que puede ser motivo de incomprensión y menosprecio. Es justo reconocer que estos
famosos del ámbito digital han contribuido no poco al éxito político de Milei y
que pueden seguir haciéndolo en la nueva etapa que se inicia. Pero también hay
que decir que la extravagancia que los caracteriza, y el hábito de llamar la
atención provocando en las redes sociales, puede volverse perjudicial para Milei o transformarse
en un lastre para su crecimiento. En este sentido, no es posible nacionalizar el espacio de Milei
si su acción política se concentra sólo en el segmento etario y sociocultural al que los «influencers» llegan con facilidad.
Por tanto, luego de agradecerles los servicios prestados, los «influencers»
debieran ocupar un lugar entre los militantes, pero no ser parte de la
toma de decisiones ni cumplir funciones políticas que, a esta altura de los acontecimientos, corresponden a
profesionales.
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