Esta entrada lleva en su título
«liberalómetro», y no «liberalismo», porque respecto del servicio militar
obligatorio se presenta otro caso de abuso del primero (ver aquí).
Hay una actitud por la cual algunos liberales opinan sobre muchos temas desde
una premisa implícita: «el liberalismo soy yo». Y quien disiente de sus
opiniones es rápidamente considerado iliberal o anti-liberal.
Respecto del servicio militar obligatorio,
hay dos aspectos que importa diferenciar antes de profundizar en su debate: primero,
la cuestión de su legitimidad; vale decir, si la prestación coactiva de tal
servicio es justa, considerada en sí misma bajo ciertas condiciones. Segundo, suponiendo una
respuesta afirmativa sobre la legitimidad, es su conveniencia en un contexto
determinado.
En mi modesta opinión, el servicio militar
obligatorio, en la Argentina de hoy, resulta inconveniente por varias razones
que no voy a explicar en esta nota. Pero debo aclarar que es esta una opinión
personal, que de ninguna manera puede considerarse representativa del liberalismo
como totalidad ni tampoco de alguna de sus partes más relevantes. Una vez más
tengo que decir que no se ha de tomar la parte por el todo, de modo que alguna
escuela, o autor, termine monopolizando un liberalismo que no le pertenece en
exclusividad.
Dicho lo anterior, reproduzco en esta
entrada las opiniones sobre el servicio militar obligatorio de dos autores
destacados de la Escuela Austríaca. Opiniones —no dogmas— que no necesariamente
son compartidas por otros miembros de la misma u otra escuela. Y, para el
lector ansioso, anticipo una conclusión: ambos coincidieron en la legitimidad
del servicio militar obligatorio con fundamentos
semejantes.
- Ludwig von Mises:
«Llegados a este punto, parece obligado examinar la cuestión,
más de una vez suscitada, de si el servicio militar y la imposición fiscal
suponen o no limitación de la libertad del hombre. Es cierto que, si por
doquier fueran reconocidos los principios de la economía de mercado, no habría
jamás necesidad de recurrir a la guerra y los pueblos vivirían en perpetua paz
tanto interna como externa. Pero la realidad de nuestro mundo consiste en que
todo pueblo libre vive hoy bajo permanente amenaza de agresión por parte de
diversas autocracias totalitarias. Si tal nación no quiere sucumbir, ha de
hallarse en todo momento debidamente preparada para defender su independencia
con las armas. Así las cosas, no puede decirse que aquel gobierno que obliga a
todos a contribuir al esfuerzo común de repeler al agresor y, al efecto, impone
el servicio militar a cuantos gozan de las necesarias fuerzas físicas está
exigiendo más de lo que la ley praxeológica de por sí sola requeriría. El
pacifismo absoluto e incondicionado, en nuestro actual mundo, pleno de matones
y tiranos sin escrúpulos, implica entregarse en brazos de los más despiadados
opresores. Quien ame la libertad debe hallarse siempre dispuesto a luchar hasta
la muerte contra aquellos que sólo desean suprimirla. Como quiera que, en la
esfera bélica, los esfuerzos del hombre aislado resultan vanos, es forzoso
encomendar al estado la organización de las oportunas fuerzas defensivas.
Porque la misión fundamental del gobierno consiste en proteger el orden social
no sólo contra los forajidos del interior, sino también contra los asaltantes
de fuera. Quienes hoy se oponen al armamento y al servicio militar son
cómplices, posiblemente sin que ellos mismos se den cuenta, de gente que sólo
aspira a esclavizar al mundo entero.» (La acción humana: Tratado de economía. Unión Editorial. 10ª edición [2011], ps. 342-343).
- Friedrich von Hayek:
«Es indudable que en algunos aspectos el Estado emplea la
coacción para hacernos ejecutar acciones determinadas. Las más importantes son
las que derivan de la imposición tributaria y las implícitas en algunas
prestaciones obligatorias, especialmente el servicio militar. Aunque tales
cargas no se consideran eludibles, sí son al menos previsibles y se imponen sin
tener en cuenta la manera como el individuo utilizaría sus energías de ocurrir
las cosas de otra forma. Precisamente quedan de esta suerte despojadas, en gran
parte, de la naturaleza dañina de la coacción. Si la necesidad conocida de
pagar una cierta cantidad de impuestos se convierte en la base de todos mis
planes, si un período del servicio militar es una parte previsible de mi carrera
profesional, es indudable que puedo adoptar un plan general de vida de mi
propia confección y soy tan independiente de la voluntad de otra persona como
hayan aprendido los hombres a serio en sociedad. Aunque el servicio militar
obligatorio supone una indudable coacción mientras dura —y sería imposible
afirmar que un reclutado para toda la vida goza de libertad—, un período
limitado de servicio que se puede predecir restringe ciertamente menos la
posibilidad de modelar la propia vida de lo que lo haría, por ejemplo, una
amenaza constante de arresto a que recurriera un poder arbitrario para asegurar
lo que se le antojase debiera ser buena conducta.
La injerencia del poder activo del gobierno en nuestra vida
trastorna más cuando no es evitable ni previsible. Cuando esta coacción es
necesaria, incluso en una sociedad libre —como, por ejemplo, al ser llamados
para actuar en un jurado o para ejercer funciones especiales de policía—,
mitigamos sus efectos no permitiendo que nadie posea un poder coactivo arbitrario.
Así, la decisión de quién debe realizar el servicio o tomar parte en un jurado
se basa en procedimientos fortuitos, como el sorteo. Los actos coactivos
imprevisibles, que surgen como consecuencia de acontecimientos también
imprevisibles, pero que se ajustan a preceptos conocidos, afectan a nuestra
vida lo mismo que lo hacen otros “actos de Dios”, pero no nos someten a la
voluntad arbitraria de otra persona.» (Los fundamentos de la libertad. Unión
Editorial. 9ª edición [2015], ps. 306-307).
Por supuesto que se puede ser liberal y disentir de estas opiniones. Pero en la Argentina pareciera que el liberalismo está condenado a la ignorancia de la diversidad de opiniones que habita en su propio paradigma. O al menos es
lo que se desprende de la lectura de algunos «personajes», considerados
«referentes» y a veces «intelectuales», que opinan sobre el servicio militar, en nombre del liberalismo, con una ligereza proporcionada a la ignorancia de
la corriente de pensamiento en la cual dicen
inspirarse.
En fin, si esta notita sirviera para que
al menos un lector comprendiera cuan equivocada es la pretensión de comprometer
con afirmaciones sectarias a la totalidad del
liberalismo su modesto objetivo estaría cumplido.
______
(1) Algunas variaciones en la opinión de
Mises sobre el tópico, pueden verse aquí:
https://mises.org/es/wire/un-rompecabezas-sobre-mises-y-la-conscripcion
No hay comentarios.:
Publicar un comentario