domingo, 24 de octubre de 2021

Desmitificando a Vox


 

Voy a dedicar algunas entradas al ideario de Vox, partido político español fundado en 2013, como escisión del Partido Popular.

La ideología de Vox últimamente ha suscitado debates no sólo en España sino también en la Argentina, con motivo de la candidatura de Javier Milei, quien ha manifestado alguna afinidad con el partido español.

Para conocer el ideario de Vox acudo principalmente a las fuentes directas sin perjuicio de otras que pudieran ser complementarias. Las tres fuentes directas que parecen más relevantes son: Manifiesto Fundacional (MF), Cien medidas urgentes para España (100M) y Agenda España (AE). La primera fuente (MF), es la de mayor interés para conocer el ideario del partido, pues enuncia los fines y los medios de acción política. Las otras dos fuentes (100M y AE) deben leerse a la luz del MF, porque contienen una serie de propuestas que los partidos formulan para conseguir votos, pero respecto de las cuales sólo asumen una difusa obligación moral.

Dado que Vox es un partido nuevo en la política española, la consideración de su ideología debiera poner más énfasis en un enfoque competitivo (el partido adapta su ideología a la de sus votantes) que en uno institucional (el partido tiene limitada capacidad de adaptación por el peso de su historia).

¿Cómo definir ideológicamente a Vox? En una primera aproximación, cabe señalar que Vox es una expresión de lo que hoy se denomina «derecha alternativa», o «derecha radical», la cual combina elementos ideológicos heterogéneos, con diversa articulación teórica e incidencia programática. Y también que es un partido español, por lo que los elementos ideológicos vienen mediados por las peculiares circunstancias espacio-temporales de España. Si a esta combinación de elementos heterogéneos agregamos un «anti-progresismo militante», la demonización por parte de la corrección política está garantizada.

En una segunda aproximación, se puede perfilar el ideario de Vox negando algunas etiquetas que se le han aplicado de manera superficial y sesgada:

Primera, Vox no es un partido «nazi». No es posible vincularlo a teorías racistas típicas del nacional-socialismo; ni mucho menos se puede decir honestamente que el modelo de Estado que defiende Vox sea totalitario, como sin dudas lo fue el Tercer Reich. Vox Tampoco es un partido «fascista», por razones semejantes.

Segunda, Vox no es un partido «franquista». En primer lugar, porque no es dable adscribirlo al ideario de la «FET y de las JONS». En segundo, porque el modelo de Estado que propugna Vox carece de —por lo menos— tres elementos esenciales del régimen de Franco: confesionalidad católica del Estado, representación corporativa y partido único. De hecho, tanto «falangistas» como «carlistas» de hoy rechazan esta asimilación.

Tercera, Vox no es un partido «confesional». No lo es en lo sustancial de su ideario, que no asume la doctrina social cristiana en su integralidad. Vox se opone al aborto —oposición matizada por Abascal, que ha dicho que regresaría a la ley de 1985— y a la eutanasia, por ejemplo, y tiene otros puntos de convergencia con la moral cristiana; pero esta coincidencia parcial no es suficiente para adscribirlo a la categoría de partido «confesional». Vox tampoco es confesional por su modelo de Estado, que es «aconfesional» según el régimen constitucional español vigente desde 1978, que Vox no pretende modificar. En este sentido, Vox es homologable al Partido Republicano de los Estados Unidos.

Cuarta, Vox no es un partido «eurófobo». No lo es porque no asume un aislacionismo completamente hostil hacia la Unión Europea. Tampoco llega a ser «euroescéptico fuerte», pues no defiende la salida de su país de la U.E. Vox se declara en favor la existencia de la unión y de la pertenencia de su país a esta. Rechaza varias políticas comunitarias y el proyecto de convertir a dicha unión en un gran Estado federal. Por tanto, puede decirse que Vox es «alter-europeísta», o de un «euroescepticismo débil», porque, en definitiva, propone una reformulación de la U.E. que sea respetuosa de la soberanía española. Además, a diferencia de los aislacionistas o rusofílicos de la «extrema derecha» francesa, Abascal cree en el valor de la alianza de la OTAN.

Quinta, Vox no es un partido «liberal-libertario». Huelga decir que no es «anarco-capitalista», pero tampoco cabe adscribirlo al «minarquismo». La Constitución de 1978 define a España como «Estado social» de derecho, lo que significa una constitucionalización del «Estado de bienestar». Vox no propone una reforma constitucional que elimine este elemento, ni promueve una reducción de los servicios sociales a su mínima expresión. Por el contrario, la lucha contra la inmigración ilegal —uno de sus ejes programáticos— es también un medio de preservar el «Estado de bienestar» español.

Sexta, Vox no es un partido de «extrema derecha». Esta expresión ha sido hasta no hace mucho la etiqueta usual de los politólogos para designar a los nuevos partidos europeos situados a la derecha de conservadores, populares y democristianos. Sin embargo, la teoría política actual realiza una diferenciación entre «extrema derecha» y «derecha radical». La clave para distinguirlas es que la segunda no tiene voluntad de instaurar un régimen autocrático, no usa la violencia política, ni pretende negar derechos fundamentales al conjunto de la población; rasgos que sí se encuentran en la primera. Por consiguiente, y pese a su radicalidad, Vox no es un «partido antisistema» contrario al «Estado democrático» de derecho español (cfr. Art. 6, LOPP).

Formuladas las seis negaciones, hay que considerar los tres componentes más importantes que se encuentran en la ideología de Vox:

El componente «conservador». Vox es una escisión del Partido Popular, considerado como el mainstream conservador de la política española. El conservadurismo ha sido definido como la inclinación a mantener un statu quo, apoyado en ciertos valores como autoridad (ley y orden), tradición, patria y religión. Los elementos más sobresalientes del componente conservador del ideario de Vox son los siguientes:

 Ley y orden. Un modelo de sociedad que jerarquiza el valor de la autoridad está presente en la mayoría de las posiciones de Vox. El incumplimiento de la ley (por ejemplo: el separatismo, la inmigración, el delito común, el terrorismo) ha de sancionarse con severidad, para así garantizar a los ciudadanos un orden que sea espacio de seguridad y libertad. De ahí que Vox demande el endurecimiento de las penas, entre otras medidas que no voy a enumerar ahora por razones de brevedad.

Valores tradicionales. Un aspecto central de las ideas de Vox pasa por la defensa de los valores tradicionales. El modo de expresar esta defensa suele ser un discurso de confrontación, que señala adversarios: élites globalistas, feminismo, abortismo, destructores de la familia, enemigos de las tradiciones y del mundo rural. De aquí se derivan propuestas como: la eliminación de subsidios a colectivos feministas y LGTBI; la derogación de la ley de violencia de género (que pone entre paréntesis la presunción de inocencia); la creación de centros de apoyo a la mujer embarazada; la idea de establecer un Ministerio de la Familia; el reconocimiento de la institución familiar como anterior al Estado; y la protección de tradiciones como las corridas de toros y la caza en el medio rural.

Valores religiosos. La religión no ocupa un lugar central en el ideario de Vox. No obstante, está presente en algunas propuestas, como la creación de una agencia europea para la ayuda a las minorías cristianas amenazadas por el fundamentalismo islámico; la defensa de los católicos españoles ante la profanación de sus lugares de culto o el ultraje de sus símbolos religiosos.

También cabría incluir dentro de esta enumeración el valor «patria», pero en el ideario de Vox viene asumido por el próximo componente a considerar.

El componente «nacionalista». Más que una ideología bien delimitada el «nacionalismo» es una familia de ideologías cuyo aspecto común es colocar a la soberanía nacional como primer valor social. Una primera división, de interés para esta nota, diferencia entre «nacionalismo defensivo», que afirma el derecho de los pueblos a la autodeterminación, y «nacionalismo agresivo», que busca someter a otras naciones. En ambos casos, puede ser territorial, étnico, económico, político, cultural o una combinación de estos tipos básicos.

En España, el concepto de «nación» sintetiza la idea tradicional de patria con la idea moderna de «soberanía popular». Es en 1808 cuando la «nación en armas» se levanta contra el «tirano» francés, pero de tal modo que es la nación, y no el rey, la depositaria de la soberanía.

Respecto de la ideología de Vox, hay que destacar la presencia de un componente de «nacionalismo defensivo» que se proyecta —con diversa intensidad y algunas excepciones— en el ámbito territorial, étnico, económico, político y cultural.

El MF sienta las bases de este «nacionalismo defensivo» en la «indisoluble unidad de la Nación española y la atribución de la soberanía nacional al pueblo español en su conjunto». El documento AE dedica el capítulo 2 a la «unidad de España» e identifica sus principales enemigos: el «separatismo» y el «globalismo».

En defensa de la integridad del territorio español Vox se opone a los «nacionalismos periféricos». Así, por ejemplo, promueve la suspensión de la autonomía catalana hasta la derrota del golpismo separatista y la ilegalización de los partidos que persigan la destrucción de la unidad territorial de España.

Otro aspecto del nacionalismo de Vox es el étnico. Algunos autores sostienen que Vox adhiere al «nativismo», que según Mudde es una ideología que sostiene que los Estados deberían estar habitados exclusivamente por los miembros del grupo nativo. El problema con esta definición es que si bien el ideario de Vox expresa una preferencia por los españoles nativos, esta prioridad no llega al punto de una absoluta exclusión de los inmigrantes. Sería más preciso decir que Vox se caracteriza por un «restriccionismo migratorio», pues la inmigración se somete a condiciones: que sea legal, controlada, adaptada a las necesidades de España y con capacidad y voluntad de adaptación. Lo cual, además, se confirma con otro criterio que es priorizar la inmigración de ciudadanos procedentes de otras naciones que comparten cultura y lengua con España. Sobre las propuestas de Vox contra los musulmanes, trataré en la otra entrada.

En el plano económico, Vox promueve la defensa de las empresas españolas, tanto frente a obstáculos internos (regulaciones e impuestos) como a una competencia internacional que no se realiza en un plano de igualdad normativa. También pone énfasis en recuperar empleos de calidad para los españoles.

Respecto del sistema político, Vox promueve la creación de un Estado unitario, administrativamente descentralizado, tema que explicaré en la próxima entrada.

Por último, en la esfera cultural, Vox declara la necesidad de defender la «identidad nacional». Propone dar mayor protección jurídica a los símbolos nacionales, difundir la aportación de España a la civilización universal y defender la principalidad de la lengua española, sin excluir otras lenguas co-oficiales.

El componente «liberal». Quien reduzca su marco teórico a la corriente «liberal-libertaria» difícilmente logrará encontrar elementos significativos de liberalismo en el ideario de Vox. Si, en cambio, ubica su marco conceptual dentro de las coordenadas del «liberalismo clásico», podrá rastrear más puntos de coincidencia entre el liberalismo y las ideas de la organización.

Liberalismo político. Terminado el franquismo, la Constitución española de 1978 vino a refundar un Estado de Derecho que reconoce y garantiza derechos individuales (de «primera generación»). Esto implica la «constitucionalización» de cierto liberalismo político. Vox acepta la Constitución, y no propone reformarla en lo relativo a esos derechos; con lo cual manifiesta un elemento programático que coincide con el liberalismo político. Asimismo, en el ideario de Vox se encuentran elementos dispersos, que reafirman indirectamente este liberalismo: la igualdad ante la ley (por vía del rechazo a la discriminación positiva), la libertad de expresión (a través de la oposición a los «delitos de odio», la «ley de memoria histórica», la prohibición de subsidios estatales a los medios de comunicación y el fomento de la libre competencia entre estos), la libertad de conciencia (mediante el «PIN parental» y la objeción de conciencia sanitaria), la libertad de educación (a través del «cheque escolar»), etc. 

Liberalismo económico. Vox ofrece una agenda liberal en términos económicos. Defiende el libre mercado y la propiedad privada sin complejos. Así, introduce propuestas de: mayor iniciativa privada en educación, salud y sistema previsional; amplia flexibilización del mercado de trabajo; desregulación de muchos sectores y apertura a la competencia; supresión y rebaja de impuestos, etc. A juicio de J. R. Rallo el programa económico de Vox es el «más liberal que se ha presentado nunca en España», con la excepción del Partido Libertario (que nunca ha superado los diez mil votos, ni ha logrado representación municipal o parlamentaria). Propuestas de corte liberal, con imprecisiones y defectos; mezcladas con algunas cápsulas de «dirigismo», «estatismo» e «intervencionismo», por lo general impulsadas por los otros componentes del núcleo ideológico de la agrupación.

Habría mucho más para decir pero con estas páginas es posible ofrecer al lector argentino una introducción al ideario de Vox. En las entradas siguientes me ocuparé de propuestas de Vox que pueden resultar bastante inquietantes desde una perspectiva liberal.

Sólo me queda concluir esta notita recordando que, en política agonal, las decisiones se toman comparando posibilidades concretas y no utopías abstractas, las cuales  remiten a entidades que no existen fuera de la mente humana.

 

 


Una coalición indeseada

Finalmente, he encontrado el tiempo para poner por escrito algunas ideas en las que venía pensando en las últimas semanas. Milei es presid...