Voy a dedicar algunas entradas al ideario de Vox, partido político español fundado en 2013, como escisión del Partido Popular.
La ideología de Vox últimamente ha suscitado debates
no sólo en España sino también en la Argentina, con motivo de la candidatura de
Javier Milei, quien ha manifestado alguna afinidad con el partido español.
Para conocer el ideario de Vox acudo principalmente a
las fuentes directas sin perjuicio de otras que pudieran ser complementarias.
Las tres fuentes directas que parecen más relevantes son: Manifiesto Fundacional (MF), Cien medidas urgentes para España (100M) y Agenda España (AE). La primera fuente (MF), es la de mayor interés para conocer
el ideario del partido, pues enuncia los fines y los medios de acción política.
Las otras dos fuentes (100M y AE) deben leerse a la luz del MF, porque
contienen una serie de propuestas que los partidos formulan para conseguir
votos, pero respecto de las cuales sólo asumen una difusa obligación moral.
Dado que Vox es un partido nuevo en la política
española, la consideración de su ideología debiera poner más énfasis en un
enfoque competitivo (el partido adapta su ideología a la de
sus votantes) que en uno institucional (el partido tiene
limitada capacidad de adaptación por el peso de su historia).
¿Cómo definir ideológicamente a Vox? En una primera
aproximación, cabe señalar que Vox es una expresión de lo que hoy se denomina
«derecha alternativa», o «derecha radical», la cual combina elementos
ideológicos heterogéneos, con diversa articulación teórica e incidencia
programática. Y también que es un partido español, por lo que los elementos
ideológicos vienen mediados por las peculiares circunstancias espacio-temporales
de España. Si a esta combinación de elementos heterogéneos agregamos un
«anti-progresismo militante», la demonización por parte de la corrección
política está garantizada.
En una segunda aproximación, se puede perfilar el
ideario de Vox negando algunas etiquetas que se le han aplicado de manera
superficial y sesgada:
Primera, Vox no es un partido «nazi». No es posible
vincularlo a teorías racistas típicas del nacional-socialismo; ni mucho menos
se puede decir honestamente que el modelo de Estado que defiende Vox sea
totalitario, como sin dudas lo fue el Tercer Reich. Vox Tampoco es un partido
«fascista», por razones semejantes.
Segunda, Vox no es un partido «franquista». En primer
lugar, porque no es dable adscribirlo al ideario de la «FET y de las JONS». En
segundo, porque el modelo de Estado que propugna Vox carece de —por lo menos—
tres elementos esenciales del régimen de Franco: confesionalidad católica del
Estado, representación corporativa y partido único. De hecho, tanto
«falangistas» como «carlistas» de hoy rechazan esta asimilación.
Tercera, Vox no es un partido «confesional». No lo es
en lo sustancial de su ideario, que no asume la doctrina social cristiana en su
integralidad. Vox se opone al aborto —oposición matizada por Abascal, que ha
dicho que regresaría a la ley de 1985— y a la eutanasia, por ejemplo, y tiene
otros puntos de convergencia con la moral cristiana; pero esta coincidencia
parcial no es suficiente para adscribirlo a la categoría de partido
«confesional». Vox tampoco es confesional por su modelo de Estado, que es «aconfesional»
según el régimen constitucional español vigente desde 1978, que Vox no pretende
modificar. En este sentido, Vox es homologable al Partido Republicano de los
Estados Unidos.
Cuarta, Vox no es un partido «eurófobo». No lo es
porque no asume un aislacionismo completamente hostil hacia la Unión Europea.
Tampoco llega a ser «euroescéptico fuerte», pues no defiende la salida de su
país de la U.E. Vox se declara en favor la existencia de la unión y de la
pertenencia de su país a esta. Rechaza varias políticas comunitarias y el
proyecto de convertir a dicha unión en un gran Estado federal. Por tanto, puede
decirse que Vox es «alter-europeísta», o de un «euroescepticismo débil»,
porque, en definitiva, propone una reformulación de la U.E. que sea respetuosa de
la soberanía española. Además, a diferencia de los aislacionistas o rusofílicos
de la «extrema derecha» francesa, Abascal cree en el valor de la alianza de la
OTAN.
Quinta, Vox no es un partido «liberal-libertario».
Huelga decir que no es «anarco-capitalista», pero tampoco cabe adscribirlo al
«minarquismo». La Constitución de 1978 define a España como «Estado social» de
derecho, lo que significa una constitucionalización del «Estado de bienestar».
Vox no propone una reforma constitucional que elimine este elemento, ni
promueve una reducción de los servicios sociales a su mínima expresión. Por el
contrario, la lucha contra la inmigración ilegal —uno de sus ejes
programáticos— es también un medio de preservar el «Estado de bienestar»
español.
Sexta, Vox no es un partido de «extrema derecha». Esta
expresión ha sido hasta no hace mucho la etiqueta usual de los politólogos para
designar a los nuevos partidos europeos situados a la derecha de conservadores,
populares y democristianos. Sin embargo, la teoría política actual realiza una
diferenciación entre «extrema derecha» y «derecha radical». La clave para
distinguirlas es que la segunda no tiene voluntad de instaurar un régimen
autocrático, no usa la violencia política, ni pretende negar derechos
fundamentales al conjunto de la población; rasgos que sí se encuentran en la
primera. Por consiguiente, y pese a su radicalidad, Vox no es un «partido
antisistema» contrario al «Estado democrático» de derecho español (cfr. Art. 6,
LOPP).
Formuladas las seis negaciones, hay que considerar los
tres componentes más importantes que se encuentran en la ideología de Vox:
El componente «conservador». Vox es
una escisión del Partido Popular, considerado como el mainstream conservador
de la política española. El conservadurismo ha sido definido como la
inclinación a mantener un statu quo, apoyado en ciertos valores
como autoridad (ley y orden), tradición, patria y religión. Los elementos más
sobresalientes del componente conservador del ideario de Vox son los
siguientes:
Ley
y orden. Un modelo de sociedad que jerarquiza el valor de la autoridad está
presente en la mayoría de las posiciones de Vox. El incumplimiento de la ley
(por ejemplo: el separatismo, la inmigración, el delito común, el terrorismo)
ha de sancionarse con severidad, para así garantizar a los ciudadanos un orden
que sea espacio de seguridad y libertad. De ahí que Vox demande el
endurecimiento de las penas, entre otras medidas que no voy a enumerar ahora por
razones de brevedad.
Valores
tradicionales. Un aspecto central de las ideas de Vox pasa por la
defensa de los valores tradicionales. El modo de expresar esta defensa suele
ser un discurso de confrontación, que señala adversarios: élites globalistas,
feminismo, abortismo, destructores de la familia, enemigos de las tradiciones y
del mundo rural. De aquí se derivan propuestas como: la eliminación de
subsidios a colectivos feministas y LGTBI; la derogación de la ley de violencia
de género (que pone entre paréntesis la presunción de inocencia); la creación
de centros de apoyo a la mujer embarazada; la idea de establecer un Ministerio
de la Familia; el reconocimiento de la institución familiar como anterior al
Estado; y la protección de tradiciones como las corridas de toros y la caza en
el medio rural.
Valores
religiosos. La religión no ocupa un lugar central en el ideario
de Vox. No obstante, está presente en algunas propuestas, como la creación de
una agencia europea para la ayuda a las minorías cristianas amenazadas por el
fundamentalismo islámico; la defensa de los católicos españoles ante la
profanación de sus lugares de culto o el ultraje de sus símbolos religiosos.
También
cabría incluir dentro de esta enumeración el valor «patria», pero en el ideario
de Vox viene asumido por el próximo componente a considerar.
El componente «nacionalista». Más que
una ideología bien delimitada el «nacionalismo» es una familia de ideologías
cuyo aspecto común es colocar a la soberanía nacional como primer
valor social. Una primera división, de interés para esta nota, diferencia entre
«nacionalismo defensivo», que afirma el derecho de los pueblos a la
autodeterminación, y «nacionalismo agresivo», que busca someter a otras
naciones. En ambos casos, puede ser territorial, étnico, económico,
político, cultural o una combinación de estos tipos básicos.
En España, el concepto de «nación» sintetiza la idea
tradicional de patria con la idea moderna de «soberanía popular». Es en 1808
cuando la «nación en armas» se levanta contra el «tirano» francés, pero de tal
modo que es la nación, y no el rey, la depositaria de la soberanía.
Respecto de la ideología de Vox, hay que destacar la
presencia de un componente de «nacionalismo defensivo» que se proyecta —con
diversa intensidad y algunas excepciones— en el ámbito territorial, étnico,
económico, político y cultural.
El MF sienta las bases de este «nacionalismo defensivo» en
la «indisoluble unidad de la Nación española y la atribución de la soberanía
nacional al pueblo español en su conjunto». El documento AE dedica
el capítulo 2 a la «unidad de España» e identifica sus principales enemigos: el
«separatismo» y el «globalismo».
En defensa de la integridad del territorio español
Vox se opone a los «nacionalismos periféricos». Así, por ejemplo, promueve la
suspensión de la autonomía catalana hasta la derrota del golpismo separatista y
la ilegalización de los partidos que persigan la destrucción de la unidad
territorial de España.
Otro aspecto del nacionalismo de Vox es el étnico.
Algunos autores sostienen que Vox adhiere al «nativismo», que según Mudde es
una ideología que sostiene que los Estados deberían estar habitados exclusivamente por
los miembros del grupo nativo. El problema con esta definición es que si bien
el ideario de Vox expresa una preferencia por los españoles nativos, esta
prioridad no llega al punto de una absoluta exclusión de los
inmigrantes. Sería más preciso decir que Vox se caracteriza por un
«restriccionismo migratorio», pues la inmigración se somete a condiciones: que
sea legal, controlada, adaptada a las necesidades de España y con capacidad y
voluntad de adaptación. Lo cual, además, se confirma con otro criterio que es
priorizar la inmigración de ciudadanos procedentes de otras naciones que
comparten cultura y lengua con España. Sobre las propuestas de Vox contra los
musulmanes, trataré en la otra entrada.
En el plano económico, Vox promueve la
defensa de las empresas españolas, tanto frente a obstáculos internos
(regulaciones e impuestos) como a una competencia internacional que no se
realiza en un plano de igualdad normativa. También pone énfasis en recuperar
empleos de calidad para los españoles.
Respecto del sistema político, Vox
promueve la creación de un Estado unitario, administrativamente
descentralizado, tema que explicaré en la próxima entrada.
Por último, en la esfera cultural, Vox
declara la necesidad de defender la «identidad nacional». Propone dar mayor
protección jurídica a los símbolos nacionales, difundir la aportación de España
a la civilización universal y defender la principalidad de la lengua española,
sin excluir otras lenguas co-oficiales.
El componente «liberal». Quien
reduzca su marco teórico a la corriente «liberal-libertaria» difícilmente
logrará encontrar elementos significativos de liberalismo en el ideario de Vox.
Si, en cambio, ubica su marco conceptual dentro de las coordenadas del
«liberalismo clásico», podrá rastrear más puntos de coincidencia entre el
liberalismo y las ideas de la organización.
Liberalismo
político. Terminado el franquismo, la Constitución española de
1978 vino a refundar un Estado de Derecho que reconoce y garantiza derechos
individuales (de «primera generación»). Esto implica la «constitucionalización»
de cierto liberalismo político. Vox acepta la Constitución, y no propone
reformarla en lo relativo a esos derechos; con lo cual manifiesta un elemento
programático que coincide con el liberalismo político. Asimismo, en el ideario
de Vox se encuentran elementos dispersos, que reafirman indirectamente este
liberalismo: la igualdad ante la ley (por vía del rechazo a la discriminación
positiva), la libertad de expresión (a través de la oposición a los «delitos de
odio», la «ley de memoria histórica», la prohibición de subsidios estatales a
los medios de comunicación y el fomento de la libre competencia entre estos),
la libertad de conciencia (mediante el «PIN parental» y la objeción de
conciencia sanitaria), la libertad de educación (a través del «cheque
escolar»), etc.
Liberalismo
económico. Vox ofrece una agenda liberal en términos
económicos. Defiende el libre mercado y la propiedad privada sin complejos.
Así, introduce propuestas de: mayor iniciativa privada en educación, salud y
sistema previsional; amplia flexibilización del mercado de trabajo;
desregulación de muchos sectores y apertura a la competencia; supresión y
rebaja de impuestos, etc. A juicio de J. R. Rallo el
programa económico de Vox es el «más liberal que se ha presentado nunca en
España», con la excepción del Partido Libertario (que nunca ha superado los
diez mil votos, ni ha logrado representación municipal o parlamentaria).
Propuestas de corte liberal, con imprecisiones y defectos; mezcladas con
algunas cápsulas de «dirigismo», «estatismo» e «intervencionismo», por lo
general impulsadas por los otros componentes del núcleo ideológico de la
agrupación.
Habría mucho más para decir pero con estas páginas es
posible ofrecer al lector argentino una introducción al ideario de Vox. En las entradas siguientes me ocuparé de propuestas de Vox que pueden resultar bastante
inquietantes desde una perspectiva liberal.
Sólo me queda concluir esta notita recordando que, en
política agonal, las decisiones se toman comparando posibilidades concretas y
no utopías abstractas, las cuales remiten a entidades que no existen
fuera de la mente humana.