sábado, 29 de diciembre de 2018

Espert y las drogas




Periodistas como Novaresio tienen la costumbre de tomar examen de corrección política a sus entrevistados. Sea por el modo de preguntar, sea por el escaso tiempo que dan para responder, pareciera que siempre están buscando que el entrevistado haga alguna concesión favorable a la agenda progresista para la cual operan. De lo contrario, se sienten en falta con la «divinidad socialdemócrata» a la que rinden culto. En este contexto interpreto la pregunta -un tanto capciosa- que le hizo a Espert sobre la «despenalización de las drogas».
Antes de considerar la respuesta de Espert, es necesario hacer algunas precisiones. En la Argentina:
(1) El consumo de estupefacientes no es delito. Fumar marihuana, aspirar cocaína, inyectarse heroína, tomar píldoras de diseño, etc., no es un crimen.
(2) Lo que sí constituye delito es la tenencia de estupefacientes para consumo personal. Por ejemplo, tener un cigarrillo de marihuana, unos gramos de cocaína; no un kilo, o una tonelada, porque superan las necesidades de un consumidor.
(3) ¿La ley que penaliza la tenencia para consumo personal es constitucional? No. La Corte (v. aquí) ha sentenciado que quien tiene pequeñas cantidades de drogas para consumo privado no comete delito, porque se trata de una de las acciones privadas exentas de la autoridad de los magistrados (art. 19, CN). Pero el fallo no es vinculante para todos los casos y la ley sigue vigente de modo tal que la policía y el poder judicial a veces se ven obligados a aplicarla. Razón por la cual el proyecto de nuevo Código Penal contempla la despenalización de la tenencia para uso personal (v. aquí).
Dicho esto, la respuesta de J.L. Espert a Novaresio no tiene por qué sorprender a nadie, ni es honesto decir «Espert está a favor de las drogas». Lo que ha dicho el candidato significa que se debe respetar la Constitución respecto de la tenencia de sustancias psicoactivas para uso personal. Y dado que «la Constitución es lo que la Corte dice que es», no tiene sentido criticar a Espert por su acuerdo con una constitución cuyo cumplimiento será su principal obligación en caso de resultar electo.
Si Espert propusiera respecto de los drogas lo que sugirió en materia de aborto (v. entrada anterior) lo criticaría. En efecto, el argumento «compasivo» podría usarse para los consumidores o adictos de bajos recursos: dado que hacen «cualquier cosa» para drogarse, usan sustancias de mala calidad como el «paco», etc.; el Estado debe proveerles drogas gratis y de calidad. Pero Espert no ha dicho tal cosa.

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