miércoles, 8 de mayo de 2019

Liberalismo y moral sexual



En la Argentina estamos viviendo un fenómeno de efervescencia de las ideas liberales. En este contexto, algunos «recién llegados» se muestran muy preocupados por diferenciar al liberalismo del conservadurismo (1). Su afán diferenciador se proyecta sobre casi todos los ámbitos de la existencia humana. Y en la búsqueda de distinciones también se aplican a considerar la moralidad  de los comportamientos sexuales (2) como criterio delimitador entre el liberalismo y el conservadurismo.
Unas décadas atrás, cualquier liberal con cierta formación hubiera respondido a estas inquietudes sobre la sexualidad de manera escueta, recordando que —en una sociedad abierta— la relación entre adultos libres es algo de lo que el Estado se desentiende. Porque todo individuo «goza del derecho de ser dejado a solas por el Estado —no la religión, la moral o la filosofía— para asegurar la determinación autónoma de su conciencia cuando toma las decisiones requeridas para la formulación de su plan de vida» (CSJN, Sejean 1986, Fallos 308:2268). Garantizada esta libertad negativa (art. 19, CN), nada impide que la religión, la moral, la filosofía y otras disciplinas, o el pensamiento no científico, puedan considerar la sexualidad humana desde sus propias perspectivas.
En este sentido, el vídeo de Ayn Rand sobre la homosexualidad resulta un ejemplo ilustrativo. Primero, porque Rand deja en claro que se debe garantizar la libertad negativa para comportamientos que corresponden a la intimidad de las personas (art. 19, CN). Y , segundo, porque expresa su opinión respecto de las conductas homosexuales, las cuales considera moralmente malas, psicológicamente equivocadas y repugnantes. Estos juicios negativos podrían sorprender a no pocos «recién llegados» al liberalismo y llevarlos a preguntarse si Rand fue incoherente, o conservadora, en este aspecto. Cabe anticipar una respuesta negativa, porque el liberalismo no implica una moral sexual determinada sino una limitación del poder del Estado. Esto es lo esencial y común a todo el liberalismo. Otros liberales podrían considerar a los comportamientos homosexuales como buenos o indiferentes y ello tampoco pondría en cuestión su coherencia liberal.
Murray Rothbard (3) tuvo que responder a malos entendidos generadores de «mitos» sobre el liberalismo:
«Mito nº 2. Los liberales son libertinos: son hedonistas que anhelan estilos de vida alternativos.
Este mito ha sido planteado recientemente por Irving Kristol, quien identifica la ética libertaria con el hedonismo y asevera que los liberales “veneran el catálogo de Sears Roebuck y todos los estilos de vida alternativa que la afluencia capitalista permite elegir al individuo”.[…] El hecho es que el liberalismo no es, ni pretende ser, una completa guía moral o ascética, sino sólo una teoría política, esto es, el subconjunto de la teoría moral que versa sobre el uso legítimo de la violencia en la vida social. La teoría política se refiere a aquello que debe acometer o no un gobierno, y el gobierno es distinguido de cualquier otro grupo social y caracterizado como la institución de la violencia organizada. El liberalismo sostiene que el único papel legítimo de la violencia es la defensa de la persona y su propiedad contra la agresión, que cualquier uso de la violencia que vaya más allá de esta legítima defensa resulta agresiva en sí misma, injusta y criminal. […]
Luego, no debe sorprender que haya liberales que sean de hecho hedonistas y devotos de estilos de vida alternativos, y que haya también liberales que sean firmes adherentes de la moralidad burguesa convencional o religiosa. Hay liberales libertinos y hay liberales vinculados firmemente a la disciplina de la ley natural o religiosa. Hay otros liberales que no tienen ninguna teoría moral en absoluto aparte del imperativo de la no-violación de derechos. Esto es así porque el liberalismo per se no pregona ninguna teoría moral general o personal. El liberalismo no ofrece un estilo de vida; ofrece libertad, para que cada persona sea libre de adoptar y actuar de acuerdo con sus propios valores y principios morales».
En conclusión, el liberalismo no exige una moral sexual determinada sea rigurosa o laxa, religiosa o secular. Tanto una dama victoriana como una meretriz pueden ser igualmente liberales si coinciden en lo esencial, que es la limitación del poder estatal, aunque difieran radicalmente en sus juicios morales sobre el comportamiento sexual. Porque el liberalismo —en cuanto tal— no se ocupa de lo que la gente hace en su cama sino de que el Estado no se meta en el dormitorio.




_________
(1) Hayek se ocupó del tópico:
(2) Algunos ponen demasiado énfasis en distinguir ética de moral. Pero la «“distinción ética/moral es una distinción que deberíamos cuestionar y sobre la que no deberíamos poner tanto peso como algunos quisieran: nada realmente significativo en la práctica (es decir, fuera de un ámbito intrateórico) depende de la estipulación terminológica entre "ética" y "moral" -en todo caso, nada para lo que no tengamos ya términos menos ambiguos-.”» (fuente).
(3) El artículo original fue una defensa del libertarianismo, pero los argumentos pueden extrapolarse válidamente al liberalismo sin tomar la parte por el todo, analogía mediante: 

No hay comentarios.:

Una coalición indeseada

Finalmente, he encontrado el tiempo para poner por escrito algunas ideas en las que venía pensando en las últimas semanas. Milei es presid...