El
tema de las «colectoras» ha cobrado actualidad en las últimas semanas. En la
entrada anterior hablé sobre la candidatura de José Luis Espert y la crítica
que algunos le hacen a su posición ante una eventual segunda vuelta entre Macri
y Cristina Kirchner. Esta semana se conoció la candidatura de Juan José Gómez
Centurión y volvió a plantearse el tema de las «colectoras».
¿Qué es una «colectora»? Podemos
partir de esta definición:
«En la jerga política argentina
se conoce como listas colectoras a aquellas listas (dos o más) de diferentes
partidos que, siendo diferentes entre sí, adhieren y acompañan en la boleta a
una misma lista para otro cargo. Por lo general, diversas listas de candidatos
a cargos legislativos adhieren a una lista de candidatos para cargos
ejecutivos, las que suelen ser más visibles para el electorado. De este modo,
quienes forman las listas colectoras pretenden aprovechar la popularidad del
candidato al cargo más reconocible por los electores para “arrastrar” así votos
a sus propios candidatos. Para quienes aceptan llevar diversas colectoras
acompañándolos, se trata de un modo de mantener el apoyo a su candidatura de
partidos diversos que no están dispuestos a unirse en un único frente
electoral, y que pueden aportar votos de diferentes sectores» (Fuente).
Gráficamente, las colectoras son
como un «embudo». En el extremo más ancho se ubican las listas de diversos partidos
que presentan distintos candidatos a legisladores; y en el extremo más angosto
se encuentra una candidatura común para un cargo ejecutivo, que «arrastra»
votos para los distintos partidos.
Con base en esta definición, si
Espert y Gómez Centurión son candidatos a presidente de la
Nación, no puede
decirse que sean colectoras de Cambiemos, porque no se da ningún efecto «arrastre»
de votos. Al
contrario, lo previsible es que le quiten votos a Macri –electores del centro a
la derecha- haciéndole más difícil no sólo un triunfo en primera vuelta, sino
incluso la posibilidad de llegar al balotaje. Tal vez Gómez Centurión podría
restarle algunos votos a Lavagna, e indirectamente beneficiar a Macri. Pero no
parece decisivo.
Otra cuestión es la
funcionalidad: si estas candidaturas presidenciales son útiles o no para un
eventual triunfo de Macri. En primera vuelta, es claro que no lo son, porque le restan
votos. En una segunda vuelta, podrían serlo si Espert o Gómez Centurión
tuvieran un electorado disciplinado, que obedeciera las órdenes de su candidato
de votar por Macri como el menos malo. Lo cual supondría un tipo de liderazgo
carismático y verticalista que –en mi opinión- ninguno de los dos candidatos
posee.
Por último, queda por considerar
la cuestión de si los legisladores de las listas de Espert y Gómez
Centurión que accedieran a una banca serían opositores a un eventual
segundo gobierno de Macri o si se integrarían en una nueva versión de
Cambiemos,
repitiendo la experiencia del tristemente célebre Borocotó. Pero
hoy no sabemos siquiera los nombres de esos candidatos, por lo que es muy
prematuro hacer pronósticos.
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