(1)
Alberto Benegas Lynch (h.) es autor de un libro en el cual analiza los
argumentos a favor de la legalización de la producción, comercialización y
consumo de drogas, no sólo para usos terapéuticos sino también recreativos o de
otra índole. El libro es recomendable, cualquiera sea la opinión del lector
respecto de esta delicada cuestión.
Pero
el tema de los estupefacientes resulta útil para ofrecer un ejemplo adicional
que ilustre la siguiente afirmación: la libertad negativa, definida
como ausencia de coacción arbitraria, es elemento esencial del liberalismo.
Al
considerar las conductas relativas a la producción, comercialización y consumo
de drogas, Benegas Lynch hace una importante distinción entre «vicio» o
«pecado» y «crimen» o «delito». El fundamento de la distinción es la lesión al
derecho de otro. Así, por ejemplo, el adulto que fuma opio en la intimidad de
su casa no lesiona el derecho de terceros. Por ende, su conducta no es un
«crimen» y no debe ser impedida de modo coactivo por el Estado. Estamos ante
una aplicación concreta del elemento esencial del liberalismo (ver aquí).
Pero
si se lee con atención la obra de Benegas Lynch, el autor deja bien en claro
que afirmar la libertad negativa en este ámbito no implica un
juicio de valor favorable a las conductas mencionadas. Por el contrario, el uso
de términos como «vicio» y «pecado» sobrentiende un juicio moral negativo.
Lógicamente, este juicio depende de la concepción ética que se tenga sobre del
daño a la propia salud y -en último término- el suicidio, pues el consumo de
estupefacientes puede ser un «suicidio en cuotas». Otra persona podría tener un
juicio moral positivo o indiferente. Y no dejaría de ser liberal si al mismo
tiempo defendiera la inmunidad de coacción para estas conductas.
(2)
Algunos proponen legalizar las drogas como una medida urgente. Para muchos, la
legalización sería un signo inequívoco de coherencia liberal. Es
posible que lo sea, no lo discuto en esta nota.
Sin
embargo, me permito dudar de que en la Argentina estemos
en el momento oportuno. Porque, una vez legalizada la producción, habría
toneladas de estupefacientes de alta calidad a muy bajo precio disponibles en
el mercado local. Lo cual sería un incentivo muy fuerte para exportarlas. Los
consumidores de Estados Unidos, por ejemplo, estarían interesados en comprar
drogas fabricadas bajo el amparo de la ley y con controles de calidad. Ahora
bien, ¿cuál sería la reacción del gobierno norteamericano ante este posible
intercambio comercial? Pienso que, de no mediar acuerdos internacionales,
probablemente habría fuertes sanciones comerciales y hasta una intervención
militar.
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