jueves, 1 de abril de 2021

Mínimo común malvinero

 



Hoy es un buen día para decir algo sobre las islas Malvinas. Y como es difícil hacer un aporte original a lo ya tantas veces dicho, me limitaré a emitir unas simples opiniones de un ciudadano más.

El reclamo de la República Argentina por la soberanía de las Islas me parece justo, legítimo y bien fundado (1).

A los veteranos de guerra de Malvinas se les debe un respeto agradecido. Es de persona de bien expresarles un reconocimiento y afecto que, de algún modo, compense el oprobioso proceso de desmalvinización que sufrieron desde el retorno de la democracia.

Otra cosa es la la guerra de 1982, su oportunidad histórica y el modo en que fue conducida, lo cual es objeto de un largo debate militar y de relaciones internacionales, cuya complejidad me supera (2).

Dicho lo anterior, creo que es oportuno reafirmar un “mínimo común malvinero”. ¿Qué quiero decir con "mínimo común malvinero"? Que hay un consenso básico sobre las grandes líneas que trazan una política de Estado sobre Malvinas. Y ese consenso está sintetizado en la primera disposición transitoria de la Constitución Nacional, reformada en 1994:

La Nación Argentina ratifica su legítima e imprescriptible soberanía sobre las Islas Malvinas, Georgias del Sur y Sandwich del Sur y los espacios marítimos e insulares correspondientes, por ser parte integrante del territorio nacional.

La recuperación de dichos territorios y el ejercicio pleno de la soberanía, respetando el modo de vida de sus habitantes, y conforme a los principios del derecho internacional, constituyen un objetivo permanente e irrenunciable del pueblo argentino.

Esta disposición fue votada por unanimidad y aclamación de los constituyentes. Su contenido es claro y vinculante para todos los gobiernos.

Opino que las plataformas de todos los partidos políticos debieran incluir alguna referencia explícita al contenido de esta norma constitucional.

Las recientes noticias sobre la conformación de un frente liberal, denominado Vamos, justifican alguna palabra adicional, sobre todo después de lo expresado por algunos que se identifican políticamente con dicho frente. Si bien es cierto que los partidos políticos ya existentes que se integrarían en el frente cuentan con sus propias plataformas, pienso que sería muy importante que el nuevo frente reafirmara el “mínimo común malvinero”.

Al margen de lo que haga el frente Vamos, en lo que a mí respecta –y soy consciente de mi insignificancia- no voy a apoyar a ningún partido que se exprese en contra del contenido de la disposición constitucional citada. No me importa si es un partido o frente liberal. 





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(1) Sobre la cuestión Malvinas:

https://cancilleria.gob.ar/es/politica-exterior/cuestion-malvinas

(2) Ver el Informe Rattenbach:

https://www.casarosada.gob.ar/informacion/archivo/25773-informe-rattenbach


lunes, 22 de marzo de 2021

Libertarianismo y libertinismo


Antes de comenzar esta entrada debo aclarar que soy liberal clásico. No obstante, la dedico a mis amigos libertarios, ya que han sido sus polémicas las que despertaron mi interés por revisitar a ROTHBARD y BLOCK, autores cuya lectura tenía abandonada desde hace años. No hago aquí ningún aporte original. Pero si la traducción de algunos textos, y su encadenamiento lógico, sirviera como pequeña contribución al debate, habría alcanzado el objetivo que me he propuesto.

En una nota anterior (aquí) decía que el liberalismo es una amplia corriente de pensamiento y acción, integrada por diversas escuelas, autores, matices, etc. Que no hay un liberalismo homogéneo y dogmático; sino que en su seno se encuentran algunos elementos comunes a todos y otros elementos propios de escuelas y autores, no siempre compartidos por el resto. Y que no tener en cuenta esta distinción conlleva el riesgo de tomar la parte por el todo y atribuir a alguna escuela, o autor, la representación de todo liberalismo.

La necesidad de dar cuenta de la diversidad que se encuentra en la tradición liberal, ha generado una considerable cantidad de palabras, que semejan a una “jungla” (1). En medio de esta jungla, uno de sus “árboles” es el denominado libertarianismo, con dos “ramas” sobresalientes, el minarquismo (2) y el anarcocapitalismo (3), cuyo “fruto” más importante es el pensamiento de Murray F. ROTHBARD (4). Si tuviéramos (5) que reducir a su mínima expresión el pensamiento de este autor diríamos que: 1) hay un axioma fundamental de sistema (a priori, a-histórico, deductivista) que es la auto-posesión que el ser humano tiene de sí mismo y todos los frutos de su obrar libre; 2) el núcleo de la moralidad consiste en respetar este axioma y sus consecuencias, una de las cuales conduce al principio de no agresión, en virtud del cual nadie tiene el derecho de iniciar la violencia contra un semejante y tiene, consiguientemente, el derecho de legítima defensa contra una agresión iniciada por otro. Como una derivación de estos principios, ROTHBARD vio al Estado como una entidad radicalmente inmoral, ab initio, por lo cual mantuvo polémicas con libertarios minarquistas como NOZICK.

En otra entrada ya publicada (aquí), cité el fragmento de un artículo de ROTHBARD (6) que en su origen estuvo destinado a disipar mitos sobre el libertarianismo -aunque contiene ideas extrapolables al liberalismo en general- y a confrontar las críticas del conservador Irving KRISTOL. El texto dice:

“Mito nº 2. Los libertarios son libertinos: son hedonistas que anhelan estilos de vida alternativos.

Este mito ha sido planteado recientemente por Irving Kristol, quien identifica la ética libertaria con el hedonismo y asevera que los libertarios “veneran el catálogo de Sears Roebuck y todos los estilos de vida alternativa que la afluencia capitalista permite elegir al individuo”.[…] El hecho es que el libertarianismo no es, ni pretende ser, una completa guía moral o ascética, sino sólo una teoría política, esto es, el subconjunto de la teoría moral que versa sobre el uso legítimo de la violencia en la vida social. La teoría política se refiere a aquello que debe acometer o no un gobierno, y el gobierno es distinguido de cualquier otro grupo social y caracterizado como la institución de la violencia organizada. El libertarianismo sostiene que el único papel legítimo de la violencia es la defensa de la persona y su propiedad contra la agresión, que cualquier uso de la violencia que vaya más allá de esta legítima defensa resulta agresiva en sí misma, injusta y criminal. […]

Luego, no debe sorprender que haya libertarios que sean de hecho hedonistas y devotos de estilos de vida alternativos, y que haya también libertarios que sean firmes adherentes de la moralidad burguesa convencional o religiosa. Hay libertarios libertinos y hay libertarios vinculados firmemente a la disciplina de la ley natural o religiosa. Hay otros libertarios que no tienen ninguna teoría moral en absoluto aparte del imperativo de la no-violación de derechos. Esto es así porque el libertarianismo per se no pregona ninguna teoría moral general o personal. El libertarianismo no ofrece un estilo de vida; ofrece libertad, para que cada persona sea libre de adoptar y actuar de acuerdo con sus propios valores y principios morales”.

Como explica BASTOS (7),

“a Rothbard le gusta eliminar equívocos sobre el libertarianismo. Él era un conservador cultural y estaba cómodo en los ambientes culturales de la derecha (12) por eso busca bien delimitar su pensamiento de forma negativa, esto es criticando los mitos existentes sobre el movimiento”.

Hay que recordar que ROTHBARD, en la década de 1960, abandonó plataformas conservadoras, en disidencia con el apoyo de la mayoría a la guerra de Vietnam, y realizó alianzas tácticas con grupos de extrema izquierda, que eran casi los únicos opositores a dicha guerra. Pero ROTHBARD,

“No defendió el libertinismo en nombre del libertarianismo. Era esposo de una sola mujer. Comprendió que la indulgencia con uno mismo, antinómica y generalizada, acabaría produciendo una catástrofe social.

Creía profundamente que una sociedad ácrata debe apoyarse en el autogobierno, y que el autogobierno no es una motivación personal poderosa en una persona que se ha corrompido sexualmente, químicamente, o ambas cosas. Con el paso de los años, esta opinión le hizo perder a muchos de los primeros seguidores libertarios” (8).

ROTHBARD era una persona de orden, estaba casado con una mujer muy religiosa, y él, siendo agnóstico, prefería los ambientes conservadores para sus relaciones. Por ello, luego de fundar el Libertarian Party -partido que iría atrayendo cada vez más a integrantes favorables a una contra-cultura nihilista-, se sintió obligado a tomar distancia (9).

Libertarianismo y libertinismo en M. ROTHBARD

ROTHBARD no dio una definición precisa de lo que entendía por libertinismo. Pero todo indica que usó el término libertino en su significado común: irreligioso, licencioso, disoluto (10). Es lo que desprende de manera inmediata del texto que hemos reproducido arriba, en el cual emparenta su significado con hedonista y devoto de estilos de vida alternativos (al paradigma religioso-moral tradicional). Y también es lo que sugiere el clima de época posterior a Mayo de 1968. Por el contrario, no tenemos noticia de que hubiera tratado el tema como una corriente cuyo significado ha ido precisando la Historia de la Filosofía (11).

 En el mismo sentido lo interpreta BASTOS (12):

“La filosofía libertaria (Rothbard, 1980) no establece ninguna pauta de conducta, sólo la libertad de que cada uno practique el tipo de vida que desee. Hay libertarios libertinos y libertarios burgueses y lo único que tienen en común es su oposición a la imposición estatal de formas de vida. Tampoco tienen los libertarios una postura definida sobre la religión o los aspectos espirituales de la vida, ni a favor ni en contra, al ser estos aspectos que corresponde a cada individuo determinar. Los libertarios consideran que cada individuo es el mejor juez de sus propios intereses y que las personas que dirigen el estado no tienen ni capacidad ni legitimidad para imponer sus visiones sobre la vida humana o la sociedad a un individuo adulto y racional”.

Para ROTHBARD, libertario puede ser tanto un libertino como un burgués. Porque el común denominador de ambos es el principio de no agresión. Sin embargo, puso bastante énfasis en diferenciar al libertarianismo de quienes pretendían una revolución moral anti-conservadora como si tal cosa fuera requisito de pertenencia al movimiento libertario. 

Libertarianismo y libertinismo en W. BLOCK

Walter BLOCK no necesita demasiada presentación en el universo libertario. Economista estadounidense de la Escuela Austríaca, es un importante teórico del anarcocapitalismo. Discípulo de ROTHBARD, es considerado en la actualidad uno de los más destacados representantes del libertarianismo de línea austríaca (13).

En 1975, este autor publicó un libro provocador y de gran impacto en los Estados Unidos: Defendiendo lo indefendible (14). Su tesis central es una defensa de la legalidad –desde los principios del libertarianismo iusnaturalista- de algunos oficios, habitualmente considerados inmorales, como la prostitución, el tráfico de drogas, etc. Al igual que ROTHBARD, este autor dejó a un lado la cuestión moral y justificó la licitud de tales oficios fundándose primariamente en los derechos individuales inalienables y, secundariamente, en la utilidad social.

“¿Cómo podemos, pues, defender las actividades inmorales de ciertos miembros del mercado? Basándonos en la filosofía del libertarianismo, que se limita a analizar cada problema de manera independiente. Se plantea en qué condiciones está justificado el uso de la violencia, y se resuelve que la violencia solo es justificable en defensa propia, en respuesta a una agresión previa, o en venganza por una agresión previa. Lo cual, entre otras cosas, quiere decir que el gobierno no tiene justificación para multar, castigar, encarcelar, o aplicar penas de muerte sobre personas que actúen de manera inmoral, siempre y cuando no amenacen ni inicien una agresión física contra otra persona o sus propiedades. El libertarianismo, pues, no es una filosofía sobre la vida: no define las fronteras entre el bien y el mal, lo moral y lo inmoral, lo que es apropiado o lo que no.

Por ello, la defensa de las prostitutas, los pornógrafos, etc., es bastante simple: consiste básicamente en que no inician violencia contra no agresores. Por ello, según los principios del libertarianismo, no deberían ser encarcelados, ni se debería ejercer ningún tipo de violencia contra ellos. Lo cual no significa de ninguna manera que las actividades que realizan sean morales, apropiadas, o buenas” (15).

Algunos pensaron que el autor se posicionaba en favor del libertinismo. Esto lo impulsó a escribir un artículo (16) en el cual formula una neta distinción entre libertarianismo y libertinismo.

El trabajo retoma y desarrolla argumentos ya enunciados por ROTHBARD. Comienza reconociendo que la confusión entre libertarianismo y libertinismo es una de las mayores que existen en el ámbito de la política. Luego pasa a caracterizar al libertarianismo, enfatizando la centralidad del principio de no agresión, al cual concibe como un imperativo de derecho natural diferente de las normas de derecho positivo.

 “El libertarianismo es una filosofía política. Se ocupa únicamente del uso adecuado de la violencia. Su premisa fundamental es que debería ser ilegal amenazar o iniciar actos de violencia contra una persona o su propiedad sin su permiso; la fuerza se justifica sólo como defensa o represalia.

El libertarianismo es una teoría sobre lo que debería ser ilegal, no sobre lo que está actualmente prohibido por la ley. En algunas jurisdicciones, por ejemplo, está prohibido cobrar un alquiler por encima de un máximo estipulado. Estas disposiciones no refutan el principio libertario, ya que tratan sobre lo que la ley es, y no de lo que debería ser”. (17)

Sentada la base del principio de no agresión, se pregunta qué actitud debe tomarse -desde el libertarianismo- con respecto a conductas tales como el consumo de drogas, el proxenetismo, la prostitución, etc.

“¿El acto implica necesariamente el inicio de una violencia invasiva? Si es así, está justificado el uso de la fuerza (legal) para detenerlo o para castigarlo; si no, esto es incorrecto. […]

¿Cuál es el punto de vista del libertarianismo sobre estas conductas que etiquetaré como “perversas”? Aparte de defender su legalización, el libertario, qua libertario, no tiene absolutamente ninguna visión sobre estas. Si toma una posición sobre estas, lo hace como un no-libertario”.

¿Los libertarios son libertinos? Algunos, claramente, lo son. […] ¿Todos los libertarios son libertinos? Ciertamente no. La mayoría de los libertarios retroceden horrorizados ante tales sucesos. ¿Cuál es entonces la relación precisa entre el libertario, qua libertario, y el libertino? Es simplemente esta: el libertario es alguien que piensa que el libertino no debe ser encarcelado. Puede oponerse amargamente al libertinaje, puede hablar en su contra, puede organizar boicots para reducir la incidencia de tales actos. Solo hay una cosa que no puede hacer y seguir siendo libertario: no puede defender ni participar en el uso de la fuerza contra estas personas. ¿Por qué? Porque sin que importe lo que uno piense de sus acciones, no inician la fuerza física. Dado que ninguna de estas acciones necesariamente lo hace, el libertario debe -en algunos casos, a regañadientes- abstenerse de exigir el uso de fuerza física contra aquellos que se involucran en perversiones entre adultos que consienten.” (18)

Su respuesta sobreentiende una clara distinción entre moralidad y legalidad que, en la cultura occidental, es fruto de un proceso secular de diferenciación entre religión y derecho, ética civil y moral religiosa, pecado y delito.

“…el punto de vista libertario no toma absolutamente ninguna posición moral o valorativa sobre las conductas perversas en discusión. La única preocupación que tiene es si constituyen el inicio de una agresión no consentida. Si lo hacen, la posición libertaria aboga por el uso de la fuerza para detenerlas; pero no por su depravación, sino porque han violado el único axioma libertario: no agresión a los no agresores. Si estas conductas no involucran fuerza coercitiva, la filosofía libertaria niega la afirmación de que la violencia pueda emplearse adecuadamente para oponerse, sin importar cuán extrañas, exóticas o despreciables pudieran ser”. (19)

Luego se explaya sobre el denominado conservadurismo cultural, doctrina compatible con el libertarianismo, ya que no menoscaba el principio de no agresión.

 “El hecho de que un libertario se niegue a encarcelar a pervertidos no significa que deba permanecer moralmente neutral sobre tales comportamientos. Entonces, ¿favorecemos o nos oponemos? ¿Apoyar o resistir? ¿A favor o en contra? En esta dimensión, soy un conservador cultural. Esto significa que aborrezco la homosexualidad, la bestialidad y el sadomasoquismo, así como el proxenetismo, la prostitución, las drogas y otros comportamientos tan degenerados”.

[…]

“El libertario puede odiar y molestar al libertino, o puede no hacerlo. Él no está obligado en un sentido u otro por su libertarianismo, como tampoco el partidario de una teoría sobre los gérmenes de una enfermedad está obligado a tener un punto de vista sobre el libertinismo. Como libertario, solo está obligado a no exigir una sentencia de cárcel para el libertino. Es decir, no debe exigir encarcelamiento para el libertino no agresor, no abusador de menores, que limita su conducta a interactuar con adultos que consienten. Pero el libertario es totalmente libre -como persona, como ciudadano, como moralista, como comentarista de hechos de actualidad, o como conservador cultural- de pensar que el libertinismo es algo pervertido, y de hacer lo posible para detenerlo, salvo usar la fuerza. Me ubico en esta última categoría”. (20)

El conservadurismo cultural que defiende BLOCK repudia al libertinismo por razones morales, tradicionales y religiosas. Pero su repulsa permanece en un plano cultural, ya que no confunde moralidad con legalidad. Así, en cuanto libertario, sostiene que no debe sancionarse al libertino; y también que cualquier libertario tiene el derecho de expresarse en su contra e incluso de organizar campañas de boicot. En cuanto conservador cultural, en todo caso, reafirma su fuerte oposición en el plano moral.

El proceso de diferenciación de corrientes y matices dentro del pensamiento libertario, el cual hemos ilustrado con ideas de ROTHBARD, desarrolladas por BLOCK, es mucho más amplio que la distinción entre libertarianismo y libertinismo. Su exposición debería dar cuenta de otros distingos y categorías. Así, por ejemplo, ROTHBARD acuñó otras etiquetas –a veces sarcásticas- para referirse a ciertos tipos humanos presentes en el movimiento libertario norteamericano, como libertarios modales, nihilo-libertarios, libertarios de izquierda, etc. La exposición tendría que continuar mostrando la evolución histórico-doctrinal de estas categorías hasta llegar a paleo-libertario, como la que mejor expresa la síntesis entre libertarianismo y conservadurismo cultural. Pero todo esto requeriría extendernos más allá de los límites de una bitácora (21).

Algunas conclusiones

1. En esta nota usamos el término libertinismo para exponer con mayor fidelidad el pensamiento de ROTHBARD y BLOCK, entre otros autores libertarios, que lo emplearon como una categoría, no demasiado rigurosa desde el punto de vista filosófico, pero caracterizada por su oposición al ethos conservador norteamericano. Sus notas principales –al margen de elementos anecdóticos- podrían esquematizarse así: a) actitud antirreligiosa y, de un modo especial, anticristiana; b) ateísmo, agnosticismo e irreligiosidad; c) negación de la moral denominada burguesa, que es sustituida por el hedonismo y el nihilismo; d) exaltación del valor de la razón humana como opuesta a las tradiciones, ya sean seculares o religiosas; e) reivindicación de toda suerte de estilos de vida “alternativos”.

2. El principio de no agresión es nota esencial y definitoria del libertarianismo. Es el común denominador, vale decir, el rasgo que comparten todos los elementos del conjunto. Lógicamente: quien lo acepta, puede decirse libertario; quien lo rechaza, no puede considerarse tal.

3. Supuesta la común aceptación del principio de no agresión, es un hecho que en el libertarianismo hay distintas posiciones: hay libertarios libertinos, modales, nihilistas, de izquierda; pero también burgueses, conservadores, cristianos, judíos, de derecha, etc. Esta coexistencia puede ser amistosa o polémica, según los diferentes individuos y sus circunstancias. En cualquier caso, esta coexistencia es lógicamente posible siempre que todos conserven intacta su adhesión al principio de no agresión y a sus consecuencias más evidentes.

4. Reconocido el hecho de la diversidad de posiciones dentro del libertarianismo, ROTHBARD manifestó sus preferencias por el denominado conservadurismo cultural.

“…yo, como otros paleo-libertarios, me he convencido de que la Antigua Cultura, la cultura que prevalecía en Estados los Unidos desde la década de 1920 hasta la de 1950 […] estaba en sintonía no sólo con el espíritu norteamericano sino con la ley natural. Y que la cultura "alternativa", nihilista, hedonista, ultra-feminista e igualitaria, que nos ha sido impuesta por el liberalismo de izquierdas, no sólo no está en sintonía, sino que viola profundamente la concepción de la naturaleza humana que se desarrolló en Norteamérica, antes de la década de 1960,  y en todo el mundo occidental y su civilización” (22).

Un conservadurismo que defendió en términos polémicos y a veces con actitud militante. Sirva de ejemplo el uso de la palabra Kulturkampf  (combate cultural) como título del artículo ya citado (nota 22), la cual se confirma con la lectura de su contenido.

La caída del Muro de Berlín, que trajo la ruptura entre paleoconservadores y neoconservadores de los Estados Unidos, fue vista por ROTHBARD, y otros libertarios, como la ocasión propicia para forjar una alianza con los paleoconservadores. En este contexto, surgió la adopción del prefijo paleo, agregado a libertario, para designar a un nuevo movimiento, en el cual la defensa de los valores del conservadurismo cultural no sería condición necesaria para el libertarianismo, pero sí un complemento que lo ayuda y favorece su pervivencia en el largo plazo.  


 

 

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(1)     Cfr. Mascaró Rotger, A. La jungla de la nomenclatura liberal. Aquí:
https://www.liberalismo.org/articulo/201/92/jungla/nomenclatura/liberal/
(2)     Minarquistas son aquellos libertarios que defienden la existencia de un Estado mínimo, muy reducido, aunque necesario para cumplir ciertas funciones sociales.
(3)     Anarcocapitalista se dice generalmente de aquel que aboliría el Estado y lo dejaría todo en manos del mercado.
(4)     Cfr. VV. AA. Murray N. Rothbard: In Memoriam. Ed. Ludwig Von Mises Institute, Auburn (1995). También:
https://mises.org/es/wire/murray-rothbard-enemigo-del-estado
(5)     Cfr. ZANOTTI, G.: Hacia un liberalismo clásico como la defensa de la intimidad personal, en DOXA Nº 4 (2006), p. 235.
(6)     En idioma original, aquí:
https://mises.org/library/myth-and-truth-about-libertarianism
(7)     BASTOS, M. A. Un reaccionario radical: el pensamiento político de Murray N. Rothbard. En: RIPS, Vol. 3, Nº 1 (2004), p. 114.
(8)     NORTH, G. En: VV. AA. Murray N. Rothbard: In Memoriam…, cit., p. 72.
(9)     Las alianzas tácticas de ROTHBARD comprenden cuatro períodos: 1) 1940-1960: su trabajo con el Bastiat Circle y Volker Fund; 2) 1960-1971: colaboración con la New Left hasta la fundación del Libertarian Party; 3) 1971-1990: período de activismo dentro del Libertarian Party; 4) 1990-1995: intento de colaborar con la derecha paleo-conservadora norteamericana. Sobre esto, cfr. Chmielowski, M. Murray N. Rothbard’s Paleolibertarianism. En: RES PUBLICA, Vol. 19 Nº 2 (2016), p. 375.
(10)     El diccionario Merriam-Webster:
Definition of libertine: 1 disparaging: a freethinker especially in religious matters
2: a person who is unrestrained by convention or morality
specifically: one leading a dissolute life // libertines indulging a variety of amorous impulses. URL:
https://www.merriam-webster.com/dictionary/libertine#other-words
(11)     LOMBA FALCÓN, P.: Márgenes de la Modernidad. Libertinismo y filosofía en el siglo XVII. Madrid: Escolar y Mayo, 2014.
(12)     BASTOS, op. cit., p. 114.
(13)     URL:
https://mises.org/es/profile/walter-block
(14)     Título original: Defending the Undefendable. Citamos la traducción de Diego González Calles, editado por INNISFREE en formato digital.
(15)      Ídem, pp. 19-20.
(16)      Libertarianism vs. Libertinism. En: Journal of Libertarian Studies, Vol. 11, Nº 1 (1994), pp. 117-128.
(17)     Idem, pp. 117-118.
(18)     Ibídem, pp. 119-122, passim.
(19)     Ibídem, p. 120.
(20)     Ibídem, p. 120; 122, passim.
(21)     Cfr. PIOMBINI, G. Murray N. Rothbard e il movimento paleolibertario. En: Etica & Politica, V  (2003), pp. 1-24. VERNAGLIONE, P. Paoleolibertarismo: libertarismo contro la cultura liberal. En STORIALIBERA, Nº 13 (2021), pp. 10-47. CAVAILLÉ, J. Anti-libertine and anti-anarchist contemporary polemics: Catholics and Libertarians …. En: Les Dossiers du Grihl. URL:
http://journals.openedition.org/dossiersgrihl/3496
(22)     ROTHBARD, M. Kulturkampf!. En: Rothbard-Rockwell-Report, Octubre de 1992, pp. 1-10. URL:
https://www.rothbard.it/articles/kulturkampf1.pdf
 

domingo, 1 de septiembre de 2019

A los liberales del mal menor



Partido predominante y partido hegemónico
Se conoce como sistema de partidos (1) a las distintas formas coexistencia entre los partidos de un sistema político. Hay sistemas de partidos competitivos y no competitivos, según haya o no elecciones libres. El hecho que un candidato gane sin oposición, o con una mayoría aplastante, no determina que el sistema no sea competitivo, sino únicamente cuando no se permiten elecciones libres. Obviamente, lo que importa es la realidad y no las normas legales. La no competencia se da cuando a los adversarios se los priva de la igualdad de derechos, hay impedimentos, amenazas, terror o se los sanciona por decir lo que piensan. En un sistema competitivo, en cambio, el votante debe tener dos opciones: la posibilidad de hacerse oír y la de salirse de un partido e irse a otro.
Dentro de los sistemas no competitivos encontramos los casos del partido único y el partido hegemónico. El partido único (autoritario o totalitario) se refiere a aquellos sistemas en donde un solo partido es legal, y es el único autorizado para presentarse a las elecciones.
Resulta de interés para esta notita fijar la atención en el partido hegemónico. El partido hegemónico no permite una competencia por el poder. Admite que existan otros partidos, pero como partidos secundarios a los que no se les los deja competir en pie de igualdad. La alternancia no sólo no se produce sino que no es posible que se produzca. Así, el partido principal actúa con poca responsabilidad ya que no existe sanción derivada de la alternancia en el gobierno. Los partidos secundarios son tolerados, se les asigna una cuota de poder, pero no se permite un discurso abierto eficaz. Como ejemplos típicos de partido hegemónico se puede mencionar el caso de Polonia durante los años del comunismo pro-soviético y el de México con el PRI, partido que se mantuvo en la presidencia desde 1929 hasta el 2000.
En los sistemas competitivos también podemos encontrar lo que se llama partido predominante. Este sistema de partido puede provenir de un formato bipartidista o de uno muy fragmentado como ocurría en la India hasta las elecciones de 1996. Los partidos predominantes son partidos que tienen una influencia superior a la de otros partidos, pero a diferencia de los hegemónicos, comparten el poder, pueden perder elecciones o necesitan de otras fuerzas para lograr coaliciones de gobierno en los parlamentos. Aquí nos encontramos con una especie de pluralismo de partidos donde la alternancia no es impedida, sólo que no suele darse por un tiempo prolongado; y hay oportunidades claras para un verdadero disenso. En el sistema de partido predominante hay igualdad de oportunidades, no así igualdad de recursos, ya que diferencia entre los recursos de los que goza el partido en el poder y quienes no están en el poder seguramente será mayor que en otros sistemas pluralistas.
Un partido predominante con pretensiones hegemónicas
Una característica central del peronismo es su formidable capacidad de adaptación a las diversas situaciones que le toca enfrentar. Sus objetivos pueden aparecer enmascarados tras una doctrina o ideología, de contenido variable según las circunstancias, pero lo central para el peronismo es la conservación del poder.
Como partido, el peronismo se caracteriza por una doble vocación. En primer lugar, ser partido predominante. Esto se verifica en su historia, tanto en elecciones nacionales como en las provinciales. En segundo lugar, el peronismo posee tendencias de partido hegemónico. Así lo expresaba Natalio Botana (2):
«El problema de fondo que tenemos hoy es que la fuerza dominante desde el punto de vista electoral y del control de la mayoría de los gobiernos provinciales y municipales es el justicialismo, que se presenta de acuerdo con los diferentes ciclos de esta democracia con distintos nombres y ropajes. Es un partido con pretensiones hegemónicas, no se puede decir que lo sea por la duración, porque a fin de cuentas en la Argentina ha habido varias alternancias, pero es el partido predominante con pretensiones hegemónicas que fueron muy claras durante el menemismo y también […] durante […] el matrimonio Kirchner».
Cuando el peronismo tiene éxito electoral suficiente se consolida como partido predominante. Y no tardan en manifestarse en su seno las tendencias hegemónicas. Así, surgen los proyectos de reforma constitucional para prolongar los mandatos mediante la reelección indefinida, tentativas para debilitar los organismos de control o propuestas que menoscaban la independencia del Poder Judicial.
La oposición a un futuro gobierno del Frente de todos
El resultado de las últimas PASO permite formular un pronóstico con alta probabilidad: el peronismo, bajo la denominación Frente de todos, ganaría las próximas elecciones en primera vuelta por una amplia diferencia respecto de Juntos por el cambio. De este modo, el gobierno de Alberto Fernández daría inicio a un nuevo ciclo de peronismo en el gobierno, con importante representación parlamentaria y predominio en la mayoría de las provincias. Proyectando los resultados nacionales de las últimas PASO, el peronismo no tendría quórum propio en diputados (3) aunque sí en el senado (4). El futuro de Juntos por el cambio estaría determinado en buena medida por la evolución de la economía. Si el reciente default selectivo condujera a un mayor descalabro financiero, con hiperinflación (5), el futuro político del macrismo estaría muy comprometido y podría ser semejante al de los radicales después de la crisis del 2001. 
Esta hipótesis, de cara a las elecciones de octubre, me lleva a pensar que es de vital importancia fortalecer –desde ya- una oposición que haga lo posible para que el peronismo no se consolide como partido predominante. De lo contrario, corremos el riesgo de que vuelvan a manifestarse las tendencias hegemónicas. Y a mi juicio, esto no puede hacerse apoyando a Juntos por el cambio, como proponen hoy algunos liberales del «mal menor». Al contrario, pienso que si se quiere «salvar la República» es imperativo fortalecer espacios opositores que la ciudadanía perciba como no vinculados al fracaso macrista.
En resumen: hoy se trata de estar en el lugar de opositores sensatos al futuro gobierno peronista y no en el de copilotos de un torpe naufragio.






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jueves, 29 de agosto de 2019

El resultado de las PASO



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Terminado el escrutinio definitivo de las PASO, Alberto Fernández obtuvo 12.202.770 votos y su porcentaje quedó en un 49,49%, mientras que Mauricio Macri totalizó 8.121.416 votos y quedó en un 32,94%.
El resultado de las últimas primarias deja una clara lección, para quien esté dispuesto a aceptarla: el gobierno de Macri es el principal derrotado. Perdió por paliza. Las razones de esta derrota, bien explicadas por Casullo (1), no son difíciles de comprender:
- La performance económica. El fracaso de Cambiemos ha sido enorme, empeorando la mala herencia recibida del gobierno anterior, con un daño a la economía real que todavía no ha terminado de realizarse, ni ha sido completamente explicitado por los analistas. La percepción del ciudadano común es que está peor que antes.
- Unidad de la oposición peronista. En el 2013, 2015 y 2017 el peronismo estaba desunido y enfrentado en diferentes líneas internas. El Frente de Todos supo encontrar la unidad perdida. El resultado de “las PASO se explica menos por un derrumbe electoral de Juntos por El Cambio que por una trepada en la cantidad de votos del peronismo” (2). 
- Personalización  de la política. Nuestro sistema es presidencialista. Lo cual implica que el votante hace un juicio sobre la figura de un presidente que es candidato. El votante ve a Macri como la encarnación de un gran fracaso y el causante de sus penurias.
La hipótesis más probable es que las tres razones que explican la derrota del oficialismo en las PASO, seguirán presentes en octubre. En efecto,
“en la elección de primera ronda la sociedad argentina tendrá que responder a una pregunta también bastante sencilla: ¿Quiero que Mauricio Macri siga siendo el presidente, o preferimos cambiarlo? La contundencia de los resultados de las PASO lleva a pensar que el Gobierno no logrará resultados diferentes si no ofrece algo radicalmente distinto en algunas de estas dimensiones” (3).
Si se mantienen las actuales condiciones, me atrevo a decir que los Fernández ganarán la elección en primera vuelta. Y no es temerario pensar que el default selectivo (4) de ayer, denominado reperfilamiento, profundice el descalabro financiero hacia una cesación de pagos más amplia y marque el inicio de una hiperinflación. Todo lo cual se traduciría en un mayor caudal de votos para la oposición.






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(2) Ídem.
(3) Ídem.

Una coalición indeseada

Finalmente, he encontrado el tiempo para poner por escrito algunas ideas en las que venía pensando en las últimas semanas. Milei es presid...